24. Never Be the Same

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"Now I'm seein' red, not thinkin' straight

Blurrin' all the lines, you intoxicate me

Just like nicotine, heroin, morphine..."

En su cama de tamaño individual quedamos bastante pegaditos, por lo cual no me estoy quejando. Nunca me quejaría de algo así. No hay nada mejor que sentir su cuerpo bajo la manta tan cerca del mío. El calor de la piel, la suavidad de sus manos sobre mí... y el ligero olor que desprenden las sábanas. Esto es lo más parecido a una experiencia de relajación que he tenido. Y saber que está tan pegado y con solo unos calzoncillos me mantiene cachonda todo el rato. Noto el cosquilleo en el estómago, y ahí abajo. Es incesante.

-Es raro tenerte aquí -habla en susurros mientras acaricia mechones de mi pelo-. Normalmente estaríamos enviándonos mensajes, yo aquí y tú en tu habitación.

-¿Crees que si le cuento a mi madre que hemos vuelto me dejaría quedarme contigo a menudo?

-No lo sé... Es tu madre, se supone que la conoces mejor que yo.

Me inquieta un poco saber que ella está durmiendo en casa pensando que yo realmente estoy allí, y no aquí. Pero... no quiero pensar en eso.

-¿Qué haces para mantener el culo?

Porque se lo estoy tocando y creo que está mejor que el mío.

-Nada. -Noto que sonríe-. Pura genética.

Rodeo su espalda con mis brazos, apoyo la cara en su pecho y dejo caer los párpados. Lo más cercano al paraíso, es esto.

***

Las voces reales se entremezclan con las voces que tengo en mi cabeza mientras sueño y todo se vuelve un caos sin sentido. Abro los ojos y me topo con pura oscuridad. Tardo unos segundos en localizar una pequeña luz de color rojo sobre lo que imagino que será la mesita de noche. Probablemente sea su móvil en proceso de cargarse. Su móvil está, pero él no. Entonces sigo escuchando las voces: su madre y él. Recuerdo que me advirtió que esto pasaría. Su madre se despierta por las noches, desorientada, y él tiene que ir para hacer que vuelva a la cama. Probablemente eso es lo que esté pasando ahí fuera. Permanezco en silencio, en su cama, esperando a que vuelva. No creo que necesite ayuda... y tampoco quiero incomodarle con mi presencia, por lo que decido quedarme aquí.

Poco después las voces cesan y reina el silencio. Tras el sonido suave de una puerta al cerrarse, no vuelvo a escuchar absolutamente nada. Y é no regresa. ¿Estará en el baño? ¿Estará... comiendo? ¿A cuál estancia de tu casa puedes ir de madrugada que no sea a tu habitación para volver a dormir? Tal vez ese es el problema... que no puede volverse a dormir.

A oscuras trato de palpar su móvil y aprieto el botón de bloqueo para que se ilumine la pantalla. Con la poca luz que me proporciona logro encontrar el interruptor de la lámpara. Entonces me levanto, descalza y en pijama, y emprendo la búsqueda. Enciendo la luz del pasillo. Está vacío. En la sala no hay nadie, en la cocina tampoco. Me acerco a la puerta de la entrada y por fin consigo algo: me llega aire fresco a través de una pequeña rendija.

Al asomarme distingo su silueta y una pequeña luz roja. Está sentado sobre el escalón, en la oscuridad, dando una calada a un cigarrillo. La escena me estremece y me desagrada al mismo tiempo. Me estremece porque estoy siendo espectadora de lo que son las noches para él, todas las noches. Y, me desagrada porque, aunque me cueste admitirlo, he encontrado su primer defecto, algo que no me gusta de él, y eso es que fume. Al menos hoy no ha sacado la marihuana, como el otro día. En cualquier caso, el tabaco me sigue oliendo fatal.

Me siento a su lado. No se inmuta. Está sin camiseta pero con pantalón. Quiero acercarme y tocarle. Quiero acercarme y tocarle todo el tiempo, así que eso no es una novedad.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora