12. Monster Among Men

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"The stupid truth is I'm so bad for you

Oh, no, I can't take it

Oh, no, I won't break your heart again"


Colin se ve monísimo vestido con un vaquero ajustado y tirantes y con ese pelo rubio peinado hacia un lado, sin embargo toda la belleza se queda fuera. Por dentro sigue siendo un pequeño demonio. Ha traído una mochila más grande de la habitual, con su comida y con unos cuantos juguetes, pero él se empeña en olvidarse de sus muñecos y puzles para jugar con las cosas que no debería. Toquetea las figuras, cambia miles de veces el canal en la televisión, se quita los zapatos y me los tira literalmente a la cabeza... Yo solo intento ignorarlo, cuando puedo, y contener mi rabia. Hago esquemas coloridos como apuntes para estudiar y custodio mis rotuladores como si fueran oro, evitando que los coja y haga un desastre mayor.

A veces levanto la vista para ver lo que está haciendo y le llamo la atención de vez en cuando. También, a veces solo aparto la mirada de los papeles y permanezco con la vista nublada mientras pienso en él. Nuestra situación cada vez es más confusa, como mis sentimientos. Hay momentos en los que daría lo que fuera por volver a estar con él y otros momentos en los que pienso que tal vez es mejor no volver, que solo sería repetir un error. ¿Me conviene estar con él? No lo sé. Él era feliz conmigo, yo era feliz con él, pero siempre voy a correr un riesgo por estar a su lado. Es justamente lo que pensé esta mañana: ¿yo podría soportar lo que soporta él? ¿No soy demasiado inocente como para meterme con un chico como él? De pronto me parezco con Ana, teniéndole miedo a todo.

—¡Colin! —grito tras el impacto de uno de sus calcetines en mi cara.

—¡Carteeeeer! —me devuelve el grito con toda la fuerza vocal que es capaz de utilizar y se echa a reír.

Le lanzo el calcetín de vuelta y se queda sobre su cabeza.

—¡No me tires cosas!

—¡Cállate!

¿Cómo puede un niño de tres años mandarme a callar con tremendo genio?

—Que sepas que me has quitado las pocas ganas que tenía de ser madre.

—¡Cállateeeee!

En un arrebato de ira cojo un cojín, de los duros y pesados, y se lo lanzo. Le llega a la cara, impacta contra él y cae de culo con la facilidad con la que caería un muñeco de tela.

Me llevo las manos a la boca y observo con cautela su reacción. Ahora es cuando viene el llanto, y se lo contará a la madre... y estaré despedida.

—¡Mala!

Uf... Yo suspiro y me dejo caer sobre el respaldo del sillón con alivio. No ha llorado, no ha gritado pidiendo auxilio... y no parece que se haya hecho daño. Todo perfecto.

—El único malo aquí eres tú.

Trata de sacarme el dedo pero se queda en un intento fallido. Se ve que aún no controla lo de sacar solo el dedo corazón y por eso realiza el gesto con el índice. Yo paso de él. Me centro en mis esquemas y en mis colores y me olvido de que se supone que estoy cuidando de él. Su madre me dijo que podía salir con él si quería, al parque o a dar un paseo, pero sinceramente no creo que fuera capaz de controlarle fuera, si no lo soy aquí dentro.

Al cabo de unos minutos el timbre me distrae. Colin se queda quieto, y mudo, mirando hacia la puerta. Tal vez piensa que puede ser su madre y por eso ha activado el modo niño bueno. Yo dudo que sea ella, es demasiado temprano.

Me levanto para abrir la puerta y me quedo tan petrificada como Colin al ver quien espera tras ella. Debe de ser mi día de suerte, pues tengo a un chico de ojos azules, sudadera y gorra negra frente a mí con bolsas de papel de color marrón. Las reconozco: son de un McDonald's.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora