23. I Like Me Better

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"I might have to tell you something...

Damn...

I like me better when I'm with you"


—Me da un poco de miedo la zona por la que vives —confieso, mientras andamos por esta calle solitaria. Al menos su brazo está sobre mis hombros y eso me reconforta.

—Ya... Mi madre y yo somos unos solitarios.

Está bien no tener vecinos que te fastidien, que te observen por las ventanas o que hagan ruido por la noche, pero en su situación con su madre enferma la idea de que viva aislado de todo no me parece muy acertada.

—Cuando era pequeño tenía pesadillas con esta calle —empieza a contar—. Era de noche y veía siluetas oscuras que me perseguían. Soñaba eso todas las semanas.

Y a mí ya me está dando miedo.

—A veces la mente me juega una mala pasada —continúa hablando—, y me cuesta identificar cuáles de mis recuerdos fueron sueños y cuáles pasaron de verdad.

Los pelos de los brazos se me ponen de punta. El desagradable escalofrío me deja una sensación extraña. Louis ríe.

—Lo estoy diciendo a propósito para que te asustes.

Le doy un golpe en el brazo.

—¿Qué ganas con asustarme?

—¿Que te acerques un poquito más?

—Tonto. —Otro golpe en el brazo.

Cuando entramos en su casa, me huele a comida. Las luces están todas encendidas, se oye el ruido de la televisión y descubro a su madre en el sofá. No se ha dado cuenta de que hemos llegado, o eso creo.

—¿Huele a pizza? —le pregunto a Louis.

—La han traído hace unos minutos, todavía está caliente.

Se ofrece a quitarme la mochila y se va con ella por el pasillo. De aquí le veo meterse en su habitación. Entonces suspiro y me quedo mirando lo que me rodea. Esto es real, me voy a quedar en su casa.

—Hola —saludo a la madre, con cierto miedo contenido. Tengo miedo porque no sé cómo va a reaccionar, si me va a reconocer, o si empezará a decirme cosas sin sentido como la otra vez.

—¡Hola!

Parece feliz de verme. ¿Se acordará de mí?

—¿Quieres venir? Estoy viendo un concurso de tartas.

Me acerco con cautela hasta que quedo al lado del sofá, sin llegar a sentarme.

—Tienen buena pinta —me limito a decir, sin saber qué otra cosa podría comentar.

—Son increíbles.

Me inquieta que de repente parezca una persona de lo más normal, manteniendo una conversación normal.

—No sabe quién eres pero tampoco te lo pregunta —me sorprende la voz de Louis desde atrás—. Te traigo a mi casa a medianoche y no hace preguntas. Verá que te quedas aquí a dormir y a lo mejor mañana se encontrará contigo en la cocina y seguirá sin hacer preguntas. Entiendes lo que quiero decir, ¿no?

No estoy segura, de hecho.

—Actúa como si todo fuera normal. —Me pone una mano en la cintura y nos quedamos observándola—. Estoy seguro de que ni siquiera sabe que es de noche. Soy yo el que tiene que decirle la hora que es y que debe irse a dormir.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora