17. Only You

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"Once upon a time we had it all
Somewhere down the line we went and lost it
One brick at a time we watched it fall
I'm broken here tonight and darling, no one else can fix me
Only you, only you."


Louis.

Estoy en mi habitación haciendo un recuento del dinero, otra vez. Sigue sin ser suficiente, pero al menos ya empiezo a sentir que de verdad me acerco a la cifra. Me inquieta pensar que no he recibido el siguiente aviso. El primero fue con las fotos de Carter, el segundo la paliza... ¿dónde está el tercero? Siento que debería preocuparme, porque esta calma tan duradera solo puede implicar una gran tormenta. Ya ha ido a por Carter, ya ha ido a por mí... ¿quién es el siguiente? La única que me queda es mi madre, y ese pensamiento me pone más tenso todavía. Me pregunto qué estará haciendo... Hace un rato que no la oigo.

Salgo de mi habitación y voy a buscarla. Cuando estoy a punto de pisar la cocina descubro que se encuentra allí, no porque la haya visto, sino porque escucho el golpe contra el suelo. Es otro caldero.

—Mierda, mierda... —se queja en voz baja.

Al entrar me encaro con el panorama. Son las sobras de al mediodía, la pasta con tomate.

—No, no...

Observo la escena desde atrás. Por alguna extraña razón parte de los espaguetis se han quedado pegados en la pared, dejando grandes marcas rojas sobre la pintura. No creo que hayan caído al suelo y luego hayan rebotado hacia la pared, así que imagino que... simplemente los ha lanzado, por otra extraña razón que desconozco. ¿Y mientras los lanzaba se le ha caído el caldero y se queja en silencio porque el sonido puede llamar mi atención? No lo sé. Ya no sé nada. Soy incapaz de comprender sus acciones y a veces sus palabras. En cualquier caso, la ayudo a recoger. Le doy unas cuantas servilletas y con un paño mojado trato de limpiar la salsa de la pared, sin embargo no tiene pinta de quedarse blanco otra vez. Lo único que consigo al frotar es quitarle el color a la pintura.

—Yo no fui —empieza ella, y repite la misma frase una y otra vez.

Me temo que voy a tener que comprar pintura, porque estas enormes manchas rojas son poco decorativas.

—Vale, vale... Para ya —le pido.

Terminamos de limpiar y vuelvo a mi cuarto. Busco las llaves en uno de mis cajones y la llamo.

—Mamá.

—¿Qué?

Escucho su voz desde la cocina. A veces me da miedo llamarla mamá, porque pienso que llegará un día en el que no conteste, no porque no me oiga sino porque no se dé por aludida con esa palabra.

Vivo con miedo constante, a la espera... A la espera de que pase todo lo que aquel médico me dijo. Todavía se asea sola, come sola, sigue hablando con sentido (a veces), incluso intenta hacer la comida en ocasiones... pero no me fio de ella si no estoy cerca vigilando sus movimientos. Una vez descubrí botellas de friegasuelos y ciertos productos de limpieza en la nevera, porque los había puesto ella. No puedo dejarla sola con comida si ha llegado a un punto en el que no distingue los productos de limpieza de los alimentos.

Por eso casi siempre hago yo la comida. No tenía ni puta idea de cocinar hace unos meses atrás... pero he tenido que aprender, a la fuerza. Las circunstancias de la vida...

Le digo que venga conmigo un momento y sin pronunciar palabra aparece a mi lado. Abro la puerta del jardín delante de sus ojos y le hago un gesto para que salga. El jardín solía ser su lugar, con sus flores, sus plantas... Le encantaba estar aquí, regando, podando, sembrando... o simplemente admirando los colores de cada flor. Es pequeño, pero ella lo tenía colorido, lleno de vida.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora