8. Youngblood

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"Say you want me, say you want me

Back in your life."


El sábado por la mañana me levanto bastante temprano. Me despierto desnuda y con rapidez me voy poniendo las prendas de ropa. Recuerdo lo que hice anoche y al principio me avergüenzo un poco. Luego, pienso que no es algo de lo que debería avergonzarme. Se lo contaré a él algún día, estoy segura.

Mi madre no está en casa y aprovecho para poner música a todo volumen, lo que me hace limpiar con ánimos. No es que sea de mis aficiones, dejemos eso claro, pero los fines de semana son los días en los que puedo colaborar con las tareas de la casa y me siento bien sabiendo que yo también estoy haciendo algo. Además, me gusta el olor a limpio, a productos de limpieza. Me dedico a limpiar y ordenar por todas las estancias mientras canto las canciones. Cuando me encuentro demasiado agotada como para seguir, paro la música y le envío unas cuantas notas de voz a Ana contándole lo que pasó ayer. Se me ponen los pelos de punta con solo recordarlo. Ojalá que hoy se encuentre mejor.

Después de que las escucha y me contesta le propongo quedar esta tarde, sin plan específico, solo para vernos y estar juntas. Me dice que sí.

Son las once de la mañana. En mi habitación me paso la plancha por el flequillo hasta dejarlo perfecto y también me plancho un poco las puntas para darles cierta curvatura hacia dentro. Me aplico corrector de ojeras, colorete, rímel y me atrevo a hacerme de forma rápida la línea del ojo en el párpado superior. Me visto con unos vaqueros ajustados, un top de estampado floral con los hombros al descubierto y las mangas extra largas, y elijo unas zapatillas Converse para los pies. Espero no parecer demasiado arreglada. Normalmente suelo vestir con ropa deportiva como leggings o camisetas más bien básicas pero hoy me apetece embutirme en un vaquero que me creará celulitis en las piernas a largo plazo.

Cojo una mochila pequeña y de color negro y meto las llaves de casa, el móvil, una cajita con un cupcake y un libro. No voy a leer por el camino ni mucho menos (tampoco voy a venderlo). Simplemente lo uso para que la mochila tenga un poco de peso y no parezca que la llevo de adorno.

Secreto: sí que la llevo solo de adorno.

Salgo de casa y me encamino hacia... hacia casa de Louis. Sé que no debería, pero no puedo evitarlo. Quiero saber cómo está, comprobar que se encuentra bien... y verle y hablar con él aunque sea un poquito. A mí los "poquitos" no me dejan insatisfecha, me bastan y me sobran. Verle por cinco minutos es mejor que no verle.

Toco en la puerta evitando que los golpes suenen muy fuerte y mientras espero me imagino una realidad alternativa en la que él y yo vivimos aquí, juntos. Quizá en una de las infinitas tierras que existen según The Flash, quizá en una de ellas él y yo seguimos juntos. Tal vez en la Tierra 19 seguimos siendo novios, o en la Tierra 22 lo hemos sido desde hace mucho más tiempo. En la Tierra 6 puede que estemos teniendo sexo justamente ahora, o incluso puede que en la Tierra 43, dentro de diez años, estamos viviendo juntos de verdad en una casa propia.

Mi locura debe aumentar por días.

Escucho el clic, la puerta se abre poco a poco y me encuentro con su rostro medio adormilado. ¿Le he despertado?

Ay, Dios mío... Que está en calzoncillos.

—¿Agente Jones?

El corazón se me dispara. ¡Agente Jones! Así me llamaba cuando le hacía todas aquellas preguntas... Me siento feliz durante un segundo.

—No me digas que te he despertado.

No mires hacia abajo, Carter. Mírale a la cara, a sus bonitos ojos azules, a su herida seca en el labio y a la zona ligeramente morada en su mejilla. ¿Cómo puedo verlo tan atractivo a pesar del aspecto que tiene? Las ojeras le quedan bien, las heridas le quedan bien, los moratones le quedan bien... Todo en él es sexy. Ponle un delantal, una peluca rubia y unas botas de tacón. Sexy.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora