Recuerdos perdidos

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Es difícil aceptar que las personas que en las que creíste no son mas las mismas. Cada día que pasa me voy alejando mas, aunque desesperadamente busque el camino que me lleve a esos días preciosos en los que comíamos helado en la banca del parque, no lo encontrare, porque no hay manera de regresar. Nos hemos alejado lo suficiente como para perdernos en nuestros propio laberinto.

Una persona.

Alguien tuvo que alejarse primero. No importa realmente quien fue, solo se que gracias a eso estoy sola. Estoy segura que no soy la única que se arrepiente.

Escucho el motor de la motocicleta de Mark afuera de mi casa. Abrí la puerta principal y ahí lo encontré. La suave brisa jugaba con su largo cabello, llevaba una chaqueta de cuero con unos vaqueros y botas del mismo color. Si no llevara esa apariencia de "Si me miras eres hombre muerto" habrían muchas chicas atrás de él.

Comencé a caminar en su dirección y a medida que iba avanzando su sonrisa se iba extendiendo.

–Hola, preciosa.– levanto una mano para acariciar mi mejilla, pero me aleje –Cuando me llamaste con tanta urgencia me preocupaba que fuera algo grave. ¿Te encuentras bien?

–Si.– trate de no sonar cortante, pero falle –Quiero hablar contigo.

Sin siquiera entender lo serio que estaba el ambiente me rodeo con ambos brazos la cintura y me apego a él. Puse mis manos en su pecho para alejarlo pero él apretó mas su agarre.

–Me gusta tu olor. Me gusta tenerte así de cerca.– cada segundo que pasaba él trataba de acortar mas la distancia mientras que yo sólo quería huir –¿Sucede algo?

Lo mire directamente a los ojos. Me quede sin aire al ver esa mirada afligida y preocupada. Tiene unos hermoso ojos azules llenos de tantos sentimientos indescriptibles que hacen que sienta un dolor en el pecho.

–¿Que sucede?– nuevamente intento alejarme y esta vez lo consigo, pero no lo suficiente como para que perdamos contacto.

–Lo siento– dije sintiendo como mis ojos comenzaban a arder –No podemos seguir con esto. La que no puede en realidad soy yo.

–¿De que hablas?– pregunto, su tono era tembloroso y ,aunque trataba de ocultarlo, no pudo del todo.

–No puedo seguir contigo, Mark. No puedo seguir tratando de convencerme que te quiero. No te mereces eso.

El guardo silencio, no dijo nada. Si hubiera otra forma de no lastimarlo que alguien me la diga ahora porque realmente no sé que hacer. Como si fuera poco las nubes grisáceas cubren el cielo dandole inicio a una suave llovizna.

–Lo siento– repetí.

Su mandíbula estaba tan apretada que temía que se lastimara. ¿Por que no dice nada?

–Espero que sepas lo que haces– dijo una vez se subió a su motocicleta. Se puso en marcha dejándome sola en la acera con el frío viento y las pequeñas gotas bañándome. ¿Por que no podía moverme? Apenas podía pensar con claridad. Su imagen alejándose a toda velocidad esta ahí en mi mente con una fresca herida que ardía, tal vez no en el instante, pero si después de haber causado el daño.

La lluvia comenzó a aumentar y yo seguía sin moverme, mis huesos comenzaban a temblar y mi ropa se ardería a mi piel. Lagrimas corrían por mi rostro el cual estaba segura que no tenía expresión alguna.

Después de unos cuantos minutos sentí como una superficie cálida cubría mis hombros y así mis brazos.

–¿Estas loca?– la voz de Leon llega a mis oídos asiendo que mi corazón aumente su ritmo.

Me llevo de regreso a mi casa y me sentó en el sofá. Mamá no estaba ya que hoy fue a ayudar en la florería de mi tia donde ya llevaba un tiempo trabajando.

Leon entro a mi cocina y no salió de ahí hasta después de unos cinco minutos con una taza de café en mano.

–Toma– rodee la cálida superficie de la taza con mis manos y la apegue a mi para que respirar su aroma.

–¿Que hacías haya afuera? ¿Quieres que te una neumonía?

–Me lo merezco.

–¡¿Por que arias eso?!– su tono era frustrado. Seguramente porque estaba fuera de mi y quería que reaccionara, pero apenas podía seguir escuchándolo.

–Le he hecho mucho daño.

Guardo silecio por unos segundos y luego suspiro– No es tu culpa. Nada lo es.

–No puedo dejar de pensar en que si hubiera puesto más atención a los detalles o hubiera hecho las cosa diferentes... Tal vez...

–Escucha– sujetó mi rostro con ambas manos. Su tacto era tan cálido cono un abrazo, me obligo a mirarlo a los ojos donde pude sentirme aunque sea por un instante segura –Las cosas van a estar bien. Todo estará bien. Nada se ha perdido.

–Nos hemos perdido a nosotros mismos– dije con la voz rota –¿Que debería hacer ahora?

Leon me atrae hacía su cuerpo y me envuelve en un abrazo donde pude romper en sollozos. Las cosas sucedieron tan rápido, nosotros crecimos tan rápido.

Luego de un instante de estar así abrazados el timbre se escucha por todo el lugar. Me aleje de él limpiándome las lagrimas para luego tomar un impulso para ponerme en pie.

–¿Quieres que abra yo?

Asentí débilmente, aunque en realidad no quería que se alejará. Sujetó mi mano y le dio un apretón a lo cual yo le sonreí. Se levanto y camino hasta la puerta, escuche como la habría y luego se detuvo. Fruncí el ceño al ver que no volvía o hacía algún ruido. Me obligue a pararme a ver qué sucedía y cuando llegue a la puerta me encontré con la intensa mirada de Mark.

–Estaba preocupado– soltó después de intercambiar miradas con León.

–Mark, tenemos que hablar. Por favor, déjame explicarte.

–Ya dijiste todo lo que queridas decirme, yo no tengo nada que decir así que no hay de que hablar. Espero que se diviertan.– le lanzo una ultima mirada al chico a mi costado para luego darse media vuelta y alejarse.

–Mark– lo llame y no dude en salir a alcanzarlo. Lo tome del brazo logrando que pare.

–Lo siento mucho. Me has ayudado bastante y has sido una buena compañía estos últimos días. No te vayas así.

Su fría expresión en un momento se contrajo con lo que parecía dolor pero rápidamente la volvió a reemplazar con una vacía.

–Me alegro que hayas disfrutado de mi compañía.

–Mark, no lo dije de esa manera–

–No debí confiar en ti. Ya me habían advertido sobre eso y decidí no escuchar.

–Mark– la voz de León se hizo presente, miraba a Mark como si le estuviera advirtiendo de algo. Aunque él solo lo ignoro.

–Me enamore de ti, Karim. Y me siento un completo idiota. ¿¡Qué más podía esperar de ti?!

–¡Mark!

Leon ya no estaba atrás mío sino ahora estaba a centímetros de Mark, apenas me di cuenta cuando se movió.

–La hija de un asesino.

En ese momento en mi mente apareció la imagen de una niña esperando en la recepción de un motel, estaba sola esperando a que su padre saliera y la llevará a por un helado. Tenían un acuerdo. Un helado por su silencio.

Eres Mi Mejor PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora