Capítulo 12- Harry Potter.

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Aitana

Después todo había sido confuso. Mis padres habían decidido quedarse en Madrid esa semana conmigo a pesar de que repetí mil veces que no era necesario. Dormían en un hotel cerca, sitio donde fueron justo después de que Vicente abandonase la casa.

Aproveché para explicarle a mis amigos todo lo que habían oído, Luis escuchaba atentamente aunque él ya lo sabía. Tenerlos a mi lado se había convertido en una de las cosas más importantes para mí, y quién me lo iba a decir.

-Bueno, y con todo esto aclarado –dije dando una palmada –¿nos vas a contar o no, Amaia?

Se puso roja como un tomate, me hacía mucha gracia verla así.

-Buah Aitana cállate, qué horror.

Vio cómo los cinco la mirábamos inquisitivamente y, sabiendo que no íbamos a dejarlo pasar, habló.

-Pues muy bien, pero no me quedé a dormir porque yo sigo odiando a los hombres –dijo satisfecha –aunque hemos hablado después por WhatsApp.

Me alegraba que Amaia y Alfred hubiesen congeniado, eran geniales y además los veía a ambos a diario, tendría conexión directa con el cotilleo.

La semana fue rara, cada día mis padres me recogían al salir de clase y planeábamos una jornada intensa de actividades por Madrid que acababa conmigo reventada, y vuelta a empezar. A penas veía a los chicos, especialmente a Luis. La entrevista de trabajo fue bien y había empezado a trabajar en un bar con música en directo, le habían acogido genial y ya tenía varios amigos que también tocaban allí.

En el fondo el tiempo pasó rápido, adoraba tener allí a mi familia y haber vuelto a la normalidad con ellos pero necesitaba tener mi espacio y no veía la hora de que diesen las 12 de ese sábado para despedirlos en el aeropuerto y volver a mi rutina. Íbamos de camino en el metro, había pasado la mañana con ellos en el hotel mientras recogían su equipaje y aproveché para hacer videollamada con Marta. No pude contarle todo lo que me gustaría, pero volveríamos a hablar pronto.

-

Dos horas y ochenta abrazos después, estaba en mi casa con todo un sábado por delante. La parte mala era que estaba completamente sola.

Amaia había ido a Pamplona a ver a su familia, Roi y Miriam a Galicia con sus respectivas parejas, Ana llevaba una semana horrible con Jadel y decidió bajar a Canarias -decía que la playa y su padre lo curaban todo -y Luis...

-Anda, pero si sigues viviendo aquí –le escuché decir en ese momento mientras entraba en mi habitación.

Me había dicho que me quería. Yo a él también. No nos habíamos visto casi nada y siempre estaba acompañada así que estar así, sola, ante él, me llenó de nervios.

Solo pude sonreír.

-Me han caído genial tus padres que lo sepas –dijo dándome un beso en la cabeza.

-Y tú a ellos.

Y era verdad. No empezaron con el mejor pie, pero esa misma tarde tomamos café todos y pudieron ver cómo era en realidad. Mi madre aprovechó un momento a solas para decirme que si me hacía feliz tenerle al lado ella jamás lo impediría. Mi padre le hizo jurar que me protegería mientras él no estaba conmigo.

-Tengo una idea apasionante –soltó de pronto –tortilla y sábado de pelis, total, estamos solos.

Sé que mis ojos brillaron de la emoción, le había echado tantísimo de menos.


Cepeda

EnClave era el bar soñado para mí, cada noche había un recital de diferentes músicos que podían tocar libremente el repertorio que eligiesen. La gente era majísima, los camareros, el resto de músicos, me sentía como en casa.

Pídeme la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora