Capítulo 1- Rota.

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Aitana

- Para Madrid, por favor -le dije al señor de la taquilla.

Ya está, lo estaba haciendo. Me había costado discutir durante semanas con mis padres, mi madre llevaba días sin hablarme, pero por fin me iba.

He sido feliz toda mi vida -mi corta vida si contamos que tengo 18 años- pero lo había sido. Hija única en una familia donde no había más que amor, infancia tranquila en un pueblo cerca de Barcelona, mismo colegio cada año, misma gente, misma rutina, pero felicidad.

Todo se fue a la mierda en junio, el día que decidimos que montarnos en un coche conducido por alguien que había bebido era buena idea. Repitiéndonos que era por celebrar haber acabado segundo de bachillerato, como si hacer selectividad nos convirtiese en invencibles. Pero no lo éramos, y lo que para mí fueron collarín y magulladuras durante dos semanas, para mi mejor amigo fue el fin de todo lo que había vivido, y lo que podría haber llegado a vivir.

Había echado de menos a Adrián cada minuto de cada día de los últimos 3 meses. Incluso ahora, en esa estación de tren a punto de coger un AVE hacia mi nueva vida, le imaginaba a mi lado riendo, fantaseando con lo que estaba por venir.

Me dirigí a mi vagón, solté mi maleta como pude dada mi estatura y mi escasez de fuerza -que todavía era menor teniendo en cuenta las semanas sin comer- y me puse los auriculares a todo volumen, con Adele como banda sonora de mi vida.

*Flashback: 3 semanas antes*

- ¡Es que no lo entiendo, Aitana! -la voz de mi madre retumbaba por toda la casa, mi padre se limitaba a mirar de una a otra como si de un partido de tenis se tratase- No entiendo que quieras cortar con toda tu vida aquí, NO TIENE SENTIDO.

-¿No entiendes que necesite empezar de cero? ¿No entiendes que no todo se basa en ti y en papá? ¿No entiendes que cada puta esquina de este pueblo, de Barcelona, DE CATALUÑA, me recuerde a Adrián? - no quería chillar a mi madre. Eso no estaba bien, yo no discutía así con mis padres. Pero ya no sabía ni quién era yo.

-Al verme entre lágrimas mi madre trató de sosegar su voz- Eso sí lo entiendo, cariño. Sé que echas de menos a Adri, sé que teníais planes de futuro juntos, sé que ibais a estudiar lo mismo en Barcelona, pero no es lógico que te separes de nosotros y nos apartes para irte a Madrid a hacer una carrera que tienes a una hora de casa. No puedes echar tu vida por la borda.

-Claro, porque yo aún tengo vida... -me salió solo, más como un susurro que como una contestación, ni siquiera sabía si me lo estaba diciendo a mí o a ella.

Sin decir nada más me giré y fui hasta mi habitación, esperando que las lágrimas saliesen, pero no venían. Ya no tenía nada más que llorar.

*Fin del flashback*

Cuando me di cuenta había llegado. Hola Madrid.

Mi idea era entrar en una residencia donde poder vivir en una habitación individual, donde no tener que relacionarme obligatoriamente por ahora. Lo sentía como una traición a Adri, porque él iba a ser mi compañero de clase, de piso, de vida. Íbamos a estudiar juntos Criminología, y en mi mente no entraba hacerlo en otra universidad que no fuese la de Barcelona, la que ya nos sabíamos de memoria por buscar miles de fotos.

Pero aparte de estar en Madrid y sola, mi amiga Marta había logrado convencerme para coger un piso cerca de la facultad, porque según ella "tenía que tener vida social para no echarla de menos y molestarla cada 10 minutos"- instintivamente sonreí al pensar en ella.

Porque sí, yo tenía más vida antes del 10 de junio. Tenía a Marta, que es como mi hermana y fue la primera en entender y apoyar mi decisión a pesar de saber que ambas nos echaríamos de menos a rabiar. Tenía a Vicente, mi novio, aunque siendo justos ya no sabía qué éramos, tenía familia, tenía amigos, tenía...

Pídeme la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora