Capítulo 25- Todo saldrá bien.

4.5K 138 26
                                    

Aitana

Adrián caminaba a mi lado por la playa, decidido a meterse en el agua a pesar de no llevar ropa de baño. Me empujó hacia dentro y empezó a reír a carcajadas mientras le pegaba. Me había mojado el flequillo. Competición hasta la boya, había dicho antes de empezar a nadar mar adentro. Le alcancé. Levantó su mano para chocar con la mía, pero le atravesé. Había desaparecido y me encontré sola en una inmensidad sin él.

Desperté sobresaltada. Así era cada noche. Cualquier situación, cualquier escenario. Estaba a mi lado y de pronto desaparecía, le veía alejarse y no se giraba aunque gritase su nombre, entraba por una puerta y cuando le seguía ya no estaba.

Me levanté intentando no despertar a Luis y bajé las escaleras apoyando despacio mis pies descalzos, intentando no hacer crujir el sexto escalón que estaba algo suelto. Abrí el frigorífico, necesitaba agua helada.

Iba por el tercer vaso cuando escuché un ruido en la terraza. Estaba apoyada en la mesa, de espaldas a la puerta, con un nesquick en la mano y una bata alrededor de su cuerpo que no le impedía tiritar levemente.

-Amaia –dije susurrando -¿qué haces aquí sola?

Se sobresaltó un poco al oír mi voz y vi cómo se giraba. Había llorado.

-No podía dormir –sonrió levemente –pensé que un poco de aire me vendría bien.

Ocupé el espacio junto a ella y apoyó la cabeza en mi hombro. No necesitábamos palabras, entendía qué le pasaba y ella lo sabía.

-¿Y si es positivo? –preguntó con la voz rota –no sabría cómo decírselo a Alfred. O a mis padres. Tengo 18 años Aitana.

Acaricié su pelo, ni siquiera yo sabría qué pasaría en ese caso.

-Mañana lo averiguaremos, juntas. Y pase lo que pase encontraremos solución, juntas también.

Poco después me adentré en su habitación tumbándome a su lado. Me necesitaba con ella, y no pensaba moverme de su lado.


Cepeda

Noté el vacío en mi lado izquierdo incluso antes de apagar la alarma. La encontré minutos después en la cocina, junto a Ana y Miriam, en lo que parecía el silencio más incómodo de su vida.

-Buenos días –dije repartiendo besos en la cabeza para las tres.

-Hola Cepi –miré a Ana, sus facciones seguían igual que anoche.

Miriam me sonrió a través de la taza de café.

-Qué madrugadora –sonreí.

-He dormido con Amaia –contestó seria –lo necesitaba.

Asentí. No necesitaba ninguna explicación, ella podía dormir donde quisiese, como si se le antojaba subir al tejado. Preferí no dar ideas, la última vez que sugerí algo disparatado decidió que era buena idea probar.

-

-Cepeda, tú tienes asignada 5 canciones, ¿has decidido cuáles? –preguntó mi jefe.

La reunión estaba siendo demasiado intensa. Llevaban horas discutiendo sobre qué temas deberían sonar en el concierto especial, el horario de apertura, los teloneros.

Dentro de dos semanas el bar acogería a todos los músicos que en él trabajábamos. Todos en un mismo día, con promociones en bebidas y con el objetivo de recaudar fondos para la ONG en la que yo trabajaba. Sería mi regalo de navidad para ellos.

Pídeme la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora