Capítulo 36- El viaje.

3.7K 134 64
                                    

Un toque, dos, tres. Estaba a punto de colgar cuando noté que la conexión se establecía al otro lado del teléfono.

-¿Luis?

Silencio. ¿Por qué no contestaba? Llevaban sin hablar prácticamente todo el día, pasando por alto un par de mensajes intercambiados para saber que el otro seguía vivo.

-Luis, ¿estás ahí?

No sabía que había esperado, pero sin duda no era escuchar esa voz contestar por el altavoz de su iPhone. No había esperado escuchar una voz femenina, mucho menos las palabras que salieron de su boca.

-No, lo siento –reconocí a Carlota al instante –Cep está en la ducha.

Mi cerebro no quería procesar las palabras, pero las había entendido todas. Quedaba claro por el movimiento rápido de mi dedo pulgar pulsando el botón de cortar la llamada. Luis llevaba todo el día sin contestar sus mensajes, Luis estaba con Carlota en la misma habitación, Luis estaba en la ducha y ella había contestado su teléfono. Luis la estaba engañando.

24 HORAS ANTES.

Cepeda

Al terminar de cenar había subido rápido a mi habitación, porque como siempre, aun no tenía acabada la maleta. Era pequeña, con poco contenido, al fin y al cabo estaría fuera únicamente dos días.

Últimamente nada podía ir mejor, la visita de María me dio el chute de energía que ni siquiera sabía que necesitaba, que Aitana hubiese preparado todo aquello solo había conseguido que la quisiese aún más si cabía y que nuestra relación se afianzase. Y las cosas aún siguieron mejor cuando desde EnClave nos ofrecieron tocar en un concierto en Toledo, por fin iba a viajar para hacer lo que me gustaba, música.

No podríamos ir todos, éramos demasiados cantantes solistas trabajando en el bar, así que fue el propio jefe el encargado de seleccionarnos, saber que iba a ir con Car me alegró la vida, me apetecía pasar algo de tiempo con ella.

Me di una ducha rápida y al salir la observé poniéndose el pijama.

-Hola pequeña.

Se abalanzó sobre mí dejando su peso muerto entre mis brazos, como si no pudiese sostenerse de pie por sí misma.

-Estoy reventada –susurró.

Aitana vivía en la biblioteca, ella misma reconoció que la Navidad no había sido demasiado productiva y sus exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina. Echaba más horas en aquel edificio silencioso que en su casa, comía y merendaba allí, lo que nos dejaba poco tiempo para vernos.

-Te trae más cuenta llevarte la cama –besé su nariz.

Rodó los ojos y se tumbó en la nuestra, abrazando la almohada y haciendo palmaditas en el colchón a su lado. Se abrazó a mí en cuanto mi cuerpo ocupó su lugar habitual.

-Te voy a echar mucho de menos –dijo.

-Y yo a ti –sonreí –pero son solo dos días.

Asintió y besó mi cuello, sin cambiar su posición. No tardó demasiado en quedarse dormida, sabiendo que mañana la alarma sonaría de nuevo para otra jornada entre apuntes y subrayadores de colores.

Aitana

Noté que se levantaba por el frío que me arropó en cuanto lo hizo. Intenté abrir los ojos, pero mis párpados pesaban demasiado. Probé con la boca y pude emitir un gruñido que sonó como algo parecido a su nombre. Sentí que se acercaba y besaba mi cabeza.

-Nos vemos pronto reina.

Volví a sumirme en el mismo sueño profundo que me encontraba e intenté no pensar en lo que sería dormir dos noches sin sus ronquidos leves a mi lado, hasta a eso me había acostumbrado. Yo, que durante 18 años había odiado dormir acompañada.

Pídeme la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora