Capítulo 34- Sigamos haciendo magia.

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Cepeda

Noté el silencio incluso antes de abrir los ojos. No escuchaba su respiración, no se oían pasos en el piso de abajo, nada. Tras comprobar que efectivamente estaba solo en la cama salí de la habitación en busca de Aitana, ¿dónde estaba un día de vacaciones a las 10 de la mañana?

El salón estaba vacío, caminé hacia la cocina rascándome la nuca contrariado y confirmé mis sospechas, estaba solo en casa. Saltó el contestador de su teléfono. Probé con Roi, lo mismo. Así con todos y cada uno de ellos. Opté por dejarles un mensaje, quizá era casualidad y estaban ocupados.

Yo: Buenos días a todos, al habla desde la casa fantasma. ¿Se puede saber dónde estáis? Sé más de las señoras de vuestros buzones de voz que de vosotros.

Decidí beber un café cargado y subir a darme una ducha. Comprobé el móvil tras enfundarme un jersey blanco y mis vaqueros preferidos. El tick de mi mensaje salía azul, lo que me decía que todos habían leído mis palabras, la ausencia de repuesta empezó a mosquearme.

Yo: ¿Es el día de ignorar a Luis Cepeda?

Yo: Ya en serio, estoy empezando a preocuparme y cabrearme a partes iguales.

Solté el móvil boca abajo y me senté en la cama con la guitarra nueva de Aitana, las cuerdas se desafinaban bastante al principio y decidí utilizar la función especial de mi metrónomo nuevo y afinarlas para cuando empezase a practicar. De pronto recordé el CD que me había regalado la noche anterior y abrí la extensión del portátil reservada para discos para poder escucharlo. Tenía 2 canciones grabadas, con título incluido.

1. Sigamos haciendo magia.

2. Instrucciones.

Pinché en la primera línea y me puse los auriculares para escuchar mejor. Como si hubiese mucho ruido en casa –me dije a mí mismo. Cuando su voz dijo la primera palabra cada poro de mi cuerpo reaccionó, conociéndola, sabiendo que era justo ese sonido el que quería escuchar cada día de su vida al levantarse. Sonreí automáticamente, olvidando la preocupación de no saber dónde estaba y la decepción de no haber dado ninguna pista aun sabiéndole solo en casa.

La canción era increíble, aunque para mí lo era todo lo que ella hacía. Se oía el teclado acompañando a las palabras que salían de su garganta. Era la primera vez que la escuchaba tocar, y lo añadí a la lista de cosas favoritas en mi vida, ocupada desde hacía meses por cada movimiento de esa pequeña con flequillo.

Y la letra... el mensaje de la canción hizo que acabase con lágrimas humedeciendo mi cara. Mensaje que gritaba que me quería en su vida, que ella sentía cada momento juntos como yo, como magia, como la supremacía de la felicidad.

No sólo era increíble como persona, también lo era como cantante y ahora me acababa de demostrar que como músico y compositora no se quedaba atrás.

Volví a reproducirla dos veces más, hasta que casi tarareaba el estribillo de memoria. Quería cantársela nada más ver su cara de nuevo, después de comérmela a besos y estrujarla contra mí. Estaba a punto de volver a darle a repetir, pero recordé que el disco contenía una segunda pista y la curiosidad me inundó. ¿Instrucciones? No era un nombre común para una canción. Pinché en ella y mi boca se fue abriendo progresivamente conforme la escuchaba.

"Hola Pedrito. Me muero de vergüenza solo con pensar que acabas de escuchar la canción. La verdad es que llevo apuntando frases desde que te vi por primera vez, y en navidad te echaba tanto de menos que decidí darles forma. Pido perdón de antemano por la calidad del sonido, ojalá tener un estudio de grabación.

Pídeme la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora