Christian no me suelta, por mucho que intento deshacerme de su agarre, y aún que en el fondo me encante estar entre sus brazos, esto no puede ser.
- ¡Sueltame!, ¡esto es aprovecharse de una empleada!, ¡tengo testigos!. - Grito desesperada. Sólo quiero que me suelte.
- ¿Y qué se supone que están viendo los testigos?, ¿cómo te amo y qué por eso no dejo que te me vayas?. - ¡Oh Dios!. No puede hablar en serio.
- ¡Te voy a denunciar por mentiroso!, ¡exigo un plus de peligrosidad por el jefe, que está mal de la cabeza!. - Sigo intentando deshacerme de su agarre.
Jamás me he sentido tan observada, pero bueno, la gente me da igual, y a Christian parece que también. Desde luego no pueden pensar que soy la enchufada, ya que son testigos de como me está tratando Christian.
- ¡Estoy loco por tu culpa!, y ¡estate quieta que eres tú la que tiene peligro!. - Si claro. Ahora soy yo la loca peligrosa. ¡Anda ya!.
- ¡Cómo no me sueltes verás!. - Le amenazo y cojo lo primero que pillo de una de las mesas que se encuentra a mi alcance.
- ¿Qué coño vas a hacer con esa grapadora?. - Error por su parte lo de preguntar.
- ¡Te voy a grapar los huevos y voy a fotocopiar el resultado para enviarte una copia como postal navideña!. - Vale. Eso puede que haya sonado un poco bastante cruel.
- ¡No va a hacer falta que me envíes nada porque voy a estar contigo, eres mi mujer!. - Joder. Por si alguién no lo sabía, ya lo sabe. Se ha enterado toda la empresa por sus gritos.
- ¡Me pediste el divorcio, y los divorciados no celebran la Navidad juntos!, además, falta mucho para eso. - Si estamos casi en verano.
- ¡Ana deja de forcejear que sabes que no puedes conmigo!. - Ya. Es el triple que yo.
- ¡Sueltame jefe!, esto es agresión laboral, y en mi contrato no venía, ¡no hay ningún aviso donde quede reflejado que el jefe agrede a sus empleadas!. - Me voy a ir a poner una queja a recursos humanos.
- Tampoco pone en tu contrato que tengas libertad para desobedecer a tu jefe, ¡así que tranquilizate y deja de escapar de mí!. - No va a cambiar de idea. Los dos somos muy cabezotas.
- ¡Voy a contarle esto a mi abogado!. - Vuelvo a amenazarle.
- ¡No te atreves a mandarme un abogado, y estate quieta de una vez!. - No. No pienso parar hasta que me suelte.
- ¡Déjame Christian, que ya es hora de irse!. - Eso sí es verdad.
Christian termina subiendome a su hombro, y sale de la oficina conmigo a cuestas mientras todos nos miran en shock.
- ¡Ayudarme!, ¡esto es que os ha sobornado!. - Le grito a mis compañeros.
Nadie hace nada por mí, y Christian no me suelta hasta que llegamos a su coche, me abrocha el cinturón de seguridad, y pone el coche en marcha.
- ¡Tú lo has querido, vamos ahora mismo a firmar el divorcio!. - Justo lo que quería escuchar, pero que no quiero en realidad.
- Vale. - Contesto y de nuevo comienzo a llorar.
- Tienes pañuelos en la guantera. - La abre y me entrega una caja llena de ellos.
- Gracias. - Cojo unos cuantos porque me van a hacer falta.
Christian conduce de forma temeraria y hasta me da miedo.
- ¡Baja del coche!, ¡vamos a terminar con esto!. - Me obliga a bajar del coche una vez hemos llegado al notario.
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Mi jefe, mi Ex
FanfictionEl mundo en realidad es pequeño, por eso puede darse la casualidad de que tu jefe, resulte ser tu ex.