Estoy muerto de rabia. Ese imbécil quería cenar con mi pequeña y llevársela a la cama. La he echado las culpas porque no sé que hacer. Me importa una mierda todo lo que no sea ella.
Me importa poco mi vida si ella no va a estar. Yo no amaba a nadie, no quería saber nada de nadie, hasta que ella se cruzó en mi camino. Me muero porque la he perdido y por no saber comportarme bien con ella.
En realidad sólo quiero atraparla en mis brazos y amarla por siempre. Sólo deseo tenerla donde sea, siendo mía y de nadie más, pero la he fastidiado bastante.
He pensado que al tener la custodia de nuestro hijo, ella haría lo que la pidiera, y ha funcionado pero en el fondo me odia. Yo me odio a mi mismo.
Casi me muero de felicidad al saber que tenemos un hijo, y sin el casi. Me invadieron las emociones, pero el hecho de que me lo haya ocultado y no haber disfrutado de ella en su embarazo, me enfada muchísimo. Tenía que haber confiado en mí, eso nos habría hecho vernos y acabar como teníamos que haber acabado, juntos pase lo que pase. Aún que ahora esté en este plan, sé que ella es para mí, y no pienso dejarla escapar. Es la persona que más amo del mundo, aún que esté siendo injusto con ella. Es mi vida entera, aún que mi orgullo ahora mismo me ciegue, y me haga decirla cosas. Es que no entiendo porque no me lo ha dicho, yo quería todo con ella, y quiero, pero maldita sea, de haber sabido esto, ahora estaríamos bien, con un ser pequeño que nos necesita, nuestro hijo. Nuestro pequeño ángel hecho con todo el amor del mundo. Creado por mi pequeña diosa, y por mí, un gilipollas incapaz de mantenerla a mi lado.
Mi hijo llora entre mis brazos.
- ¿Hechas de menos a tu madre no? - Mi pequeño me mira como dándome la razón
Este niño es hermoso como ella, y como saque sus ojos me muero. Es el ser más pequeño y bonito del mundo. Un hijo nuestro, es perfecto en todos los sentidos. Es la prueba de nuestro amor incondicional, nuestra unión.
Cada vez que pienso en ella mi corazón estalla, cada vez que la tengo cerca, mi cuerpo sufre de mariposas revoloteando en mi interior, y cuando la toco, mi miembro se pone duro y a punto como para tener todos los niños que quiera, porque por ella, aguanto toda la noche en vela, haciendoselo como ella quiera y donde quiera. Su cuerpo es la definición de excitación, sus ojos son la definición de belleza, y ella es la definición de perfección.
Ella. Esa persona por la que muero. Mi niña preciosa, mi ángel sin alas, mi tierna muñequita, mi diosa de ojos azules. Mi Ana es mi alma gemela. No existe nadie como ella. Nadie provoca lo que provoca ella en mí. Es mía, mi mujer, la madre de mi hijo, la niña que me ha enamorado, de mis ojos.
Cojo a mi hijo en brazos y le dejo sobre mi cama. Aún no le he comprado una habitación, no sé, es que esto quería hacerlo con Ana, haberla visto pintar estando embarazada las paredes como de un color pastel, y conociéndola no hubiese sido ni de azul ni de rosa, pero si hubiera pintado algo como un paisaje. No la hubiese dejado en su estado pero la hubiese visto tener esas intenciones.
Yo quería verla elegir nombres, ropita, zapatitos, coño, hasta pañales. Hubiese sido feliz llendo hasta al todo a cien por ella. Viendo como crece su vientre, como se vuelve más guapa, como cuida de nuestro hijo, seguro que no hubiese parado de abrazarla estando nuestro bebé en su interior. Quería ir a las ecografías con ella y vivir el proceso, seguro que me hubiese desmayado la primera vez, pero quería joder. Quería disfrutarla en su estado de buena esperanza, darla sus antojos, aún habiendo tenido que salir de madrugada a por chocolates o lo que pidiera, a comprar a una gasolinera, porque se la antojasen y fuera lo que estubiese abierto. Hubiese ido, y me hubiese llevado todos los chocolates para ella. Aún que los antojos a veces son raros, pero bueno, como si hubiese tenido que comprar mortadela, el caso es que quería hacerlo. Quería ir a comprar los muebles de la habitación de nuestro bebé, colgar los cuadros, y hacerla fotos del proceso, hacernos fotos, haberla firmado el vientre con un rotulador de colores, yo hubiese puesto mi propiedad en un color que se viera. Quería estar con ella simplemente, estar en el nacimiento, de nuestro hijo, cogerle el primero cuando naciera, grabarla todo el rato en casa cuando andase descalza a atracar la nevera a altas horas de la madrugada, o mejor, haberla hecho el amor a altas horas por eso de los antojos. Las embarazadas tienen muchas ganas de sexo muchas veces. Mierda ¿Todo ese tiempo quién me lo va a devolver?
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Mi jefe, mi Ex
FanfictionEl mundo en realidad es pequeño, por eso puede darse la casualidad de que tu jefe, resulte ser tu ex.