CAPÍTULO 6

155 18 1
                                    

—¿Qué? —fue lo único que mi mente pudo pensar para decir.

Rebecca se encogió en su asiento y en ese momento pensé que era bueno que lo hiciera porque yo estaba empezando a sentirme furibundo.

—¿Qué es lo que has dicho? —inquirí bastante más iracundo de lo que sabía que tenía derecho.

—Voy a casarme a finales del próximo mes —explicó —y esperaba que tú y yo pudiéramos ser amigos, ya sabes... por Sandra, Pete y especialmente por Galadriel —dijo y sentí ganas de abofetearla por estar metiendo a mi niñita en el medio de la conversación sobre su traición.

—Espera un momento —le corté molesto —¿De qué coño estás hablando? ¿Cómo que vas a casarte? ¿Con quién? ¿Y qué carajo pasa con nosotros? —rugí y mis palabras le molestaron realmente porque levantó la vista y su rostro se cubrió con una máscara de rabia.

—¿Disculpa? ¿Nosotros? ¿De qué nosotros hablas? ¿Del nosotros "follemos en Monterrey mientras lo hacemos con otros fuera de aquí"? ¡Qué mierdas dices, Ethan! Te has pasado cinco años follándote todo lo que camina para tirarme unos polvos de consolación por vacaciones y ¿ahora vienes a decir nosotros?

—Oh, vamos, Rebecca, no seas hipócrita —rugí —Tú has estado follándote otros tipos en Ohio también. No hables como si te hubieras mantenido casta para mí.

—Oh, Dios, y tú me llamas hipócrita a mí. Eres un imbécil, Ethan McCain. Vienes a buscarme ahora porque no tienes a la vista ninguna oportunidad mejor. Si mañana te consiguieras un trabajo que te obligara a viajar por el país me pegarías la patada una vez más para no tener que perderte las oportunidades que se te pudieran presentar de tirarte otras mujeres. ¿Crees que soy idiota? Pues te has equivocado conmigo, Ethan. He hecho exactamente lo que tú me pediste y aconsejaste que hiciera. He conocido otros hombres, me he divertido con ellos y contigo. He tenido experiencias y todos hemos obtenido lo que buscábamos. Pero ahora tengo ganas de tener algo bueno con alguien. Algo que vaya a alguna parte y Lawrence me lo ofrece.

—¿Quién coño es ése Lawrence y dónde se supone que está mientras tú estás aquí conmigo?

—Lawrence Jackson. Mi prometido. Lawrence vive en Nuevo México, es odontólogo, y ha conseguido un empleo en el consultorio del doctor Scott. Ahora mismo está organizando su traslado. Debería llegar a Monterrey en un par de semanas para terminar de organizar la boda.

—¿Desde cuándo sales con ese tipo?

—Nos conocimos después de acción de gracias. Él viajó a Ohio a visitar a su hermana, Julia. Julia era mi compañera de cuarto en la residencia y Lawrence y yo nos enamoramos nada más conocernos. No nos hemos separado desde entonces.

—¿Y sabe tu querido Lawrence lo que tú y yo tenemos? ¿Te hace correrte de la forma en que yo lo hago? ¿Sabe quién ha sido el primero en estrenar ese coñito dulce que tú tienes? —dije y me sentí asqueado conmigo mismo por ser tan hijo de puta.

El desprecio que yo sentí hacia mí se reflejó en el rostro de Rebecca que me miró con asco y repulsión.

—Lawrence es el único hombre que ha estado allí desde el día que le conocí y será el único que vuelva a tenerme por el resto de mi vida —dijo abriendo la puerta del coche dispuesta a bajar de él —Lamento que te comportes como un cerdo, pero en realidad no me sorprende que lo hagas —espetó —Ambos seguimos siendo padrinos de Galadriel y como tales seguiremos viéndonos así que espero que podamos tratarnos con respeto —dijo y bajó del coche.

Cerró la puerta tras de sí y caminó por el camino de entrada hasta la puerta de su casa.

No sé cuánto tiempo tardó en alcanzarla pero fue el suficiente para hacerme reconocer el cerdo cínico en el que me había convertido.

RatoncitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora