CAPÍTULO 7

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Julia cayó sobre la cama llevándome con ella aún clavado en su cuerpo.

Llevábamos ya diez días pasando las noches juntos y hacíamos el amor sin parar desde que yo llegaba a casa por las tardes desde el trabajo hasta que tenía que volver allí por las mañanas.

Julia había retrasado su regreso a casa y llevábamos más de una semana viviendo prácticamente juntos.

Y yo estaba encantado y deseoso de poder convencerla para que nunca volviera a Nuevo México.

Sin que ella lo supiera había estado moviendo los hilos en el instituto local para conseguirle una plaza en el departamento de química y, aunque esperaba aún una respuesta, confiaba en conseguirle un trabajo para septiembre que evitara que se marchara.

Era algo enfermizo pensar en asentarme con la cuñada de Rebecca, quien había sido mi primera opción al pensar en una relación seria, pero ahora que había pasado estos días con Julia, no podía imaginarme dejándola marchar.

Julia era todo lo que un hombre podía buscar en una mujer.

Era atractiva, inteligente, divertida y especialmente liberal y desinhibida.

Era seductora, simpática, carismática.

Y me encantaba, y lo que era aún mejor era que yo también parecía encantarle a ella.

Para cuando Rebecca y Lawrence volvieron de su viaje de novios dos semanas después de la boda, Julia y yo no nos habíamos separado.

Los padres de Rebecca organizaron una comida de bienvenida para los recién casados y Julia, cómo no, fue invitada. Y desde luego ella no pensaba ir sin mí.

Cuando Rebecca me vio aparecer de la mano de su cuñada su rostro se congeló.

En cierto modo me dio cierta satisfacción verlo. No intentaba ponerla celosa ni muchísimo menos, pero no puedo negar que me reconfortó en cierta forma ver que no era tan inmune a mí como intentaba demostrar y en cierto modo, la forma en que a mí me había afectado que ella decidiera ignorar lo que había habido entre nosotros, también la afectaba un poco.

La comida en casa de los padres de Rebecca fue un poco extraña pero después de los primeros saludos un tanto incómodos todos nos relajamos y pudimos pasar un día tranquilo.

Rebecca y Lawrence nos contaron las historias de su viaje de bodas, todos hablaron sobre la boda y todos comentaron los planes de la pareja para el futuro.

En un momento que Julia se alejó de mí, Rebecca se me acercó bastante disimuladamente.

—¿Puedo preguntar cómo es que has acabado teniendo un lío con mi cuñada, Julia? —preguntó Becky sin mirarme.

—No lo sé —expliqué —Simplemente sucedió. Le conocí en tu boda, desde luego, y no hubo forma de que pudiera mantenerme alejado de ella.

—¿Sabe Julia lo que hubo entre nosotros?

—Yo no se lo he dicho y creo que no sería cómodo para nadie que lo hiciera —reconocí temeroso de que fuese ella quien abriese la boca destruyendo mis posibilidades de tener una relación seria con Julia.

—No tienes que preocuparte de que sea yo quien vaya a contárselo —aseguró —No estoy segura de que a Lawrence le gustase saber que invité a mi boda al hombre con el que estuve teniendo sexo en mi adolescencia y menos aún saber que ahora se está tirando a su hermana —soltó con un tono molesto que me extrañaba aunque me encantaba.

—Creía haber sido algo más que "el hombre con el que tenías sexo en tu adolescencia" —dije molesto —pero está bien si tú solo quieres verlo así.

RatoncitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora