CAPÍTULO 13

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El embarazo de Julia nunca llegó. Ni durante el verano ni en el invierno. Para entonces yo había seguido el consejo de Peter y había acudido a una clínica de fertilidad.

Me había hecho todas las pruebas y me habían asegurado que mis espermatozoides eran buenos, fuertes y ágiles y perfectamente capaces de engendrar un bebé. Aunque no lo estaban haciendo en el útero de Julia.

Fue difícil hablar con Julia sin herirla para explicarle mis preocupaciones. Ella solo aseguraba de que los bebés llegarían pero no quería siquiera escuchar hablar sobre clínicas de fertilidad o tratamientos alternativos. Cada vez que yo traía el tema era como chocar contra una pared. Se enfadaba, despotricaba diciéndome que yo cuestionaba su femineidad y la conversación se acababa. Para entonces eran inevitables las discusiones .

Las cosas con Julia se estaban desgastando.

La rutina había comenzado a pasarnos factura y nuestra vida de pareja se estaba volviendo demasiado monótona y predecible. Y las discusiones constantes.

Yo viajaba cada vez más a menudo y tenía que reconocer que no siempre era porque fuera indispensable para mi trabajo en la oficina sino porque a menudo necesitaba dormir fuera de casa y mantenerme alejado de Julia.

Fue por el mes de marzo que Northern Woods absorbió la empresa de mobiliario de lujo Eastcoast Furniture con sede en Nueva York y el trabajo se triplicó. Con la fusión de la empresa con la nueva empresa de Nueva York, yo estaba teniendo mucho trabajo y cada día llegaba a casa más tarde y más exhausto. Mi jefe, Louis Greene me envió entonces a Nueva York donde debería quedarme por una semana.

Quiso el destino que esa semana coincidiera con la primera semana libre de Julia en varios meses y para la cual ya teníamos planes. Julia había comprado los billetes para Nuevo México para visitar a su familia y asistir a la boda de Alexandra, su hermana pequeña. Había estado todo planeado desde hacía meses. Julia y yo iríamos a casa de su familia junto con Lawrence, Rebecca y sus tres niños.

No había forma de que me lo perdiera pero con la fusión de la empresa no había forma de que yo estuviera allí.

Julia no estuvo nada feliz con la noticia.

—No puedes simplemente largarte a Nueva York, Ethan —se quejó —Tú y yo teníamos planes.

—Lo siento, Julia. No sé qué quieres que haga o diga.

—Diles que tenías planes para el fin de semana.

—No puedo hacerlo, Julia. Con esta fusión la Eastcoast Furniture pasa a ser propiedad de Northern, y con ella todos los empleados y todos sus negocios —expliqué como si hiciera falta —Soy el Director Financiero, no puedo simplemente lavarme las manos y no presentarme en Nueva York.

—Pues déjalo —esgrimió —Puedes conseguir otro trabajo. No es como si fueras un indigente, Ethan. Tienes un currículo excelente y una importante experiencia en tu trabajo. No te sería difícil conseguir otro trabajo.

—No quiero conseguir otro trabajo —discutí —Me gusta el que tengo. Me gusta este empleo y este puesto. No quiero perderlo.

—¿Y nuestros planes? —rugió —¡Es la boda de mi hermana! No es como su pudiera repetirla.

—Lo sé, cielo. Lo sé y lo siento, pero no irás sola. Lawrence y Rebecca irán contigo.

—¡Llevamos meses planeándolo, Ethan! —gritó enfadada —Eres mi pareja. Ni siquiera puedo ir a la boda de mi hermana con mi pareja. Solo te he pedido una semana. Solo seis días. No creo que sea mucho.

—Lo sé, Julia, pero no puedo simplemente largarme. Te prometo que te lo compensaré —ofrecí zalamero.

—No quiero que me lo compenses. Quiero que vengas conmigo. —rugió en el mismo momento en que el timbre sonó.

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