CAPÍTULO 15

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Llegué a Monterrey el lunes al mediodía sintiéndome culpable.

Sabía que mi discusión con Julia y lo deteriorada que estaba nuestra relación era una excusa muy pobre para lo que había sucedido la semana anterior con Brittany Miller, pero de cualquier forma llegaba dispuesto a arreglar las cosas con Julia, sin saber ni sospechar que pronto ella me daría la algo que erradicaría mi sentimiento de culpa.

Julia estaba sonriente en cuanto entré en la casa. Mucho más sonriente de lo que cabría esperar. Apenas levantó la vista para mirarme en cuanto entré.

—Hola, Ethan —saludó apática y me preparé para la confrontación —¿Qué tal tu viaje?

—Agotador —dije acercándome a ella para besar su mejilla —¿Qué tal tú? —inquirí titubeante.

—Fantásticamente bien —sonrió y me sorprendió su extraño buen humor.

—¿Qué estás haciendo?

—Empaquetando mis cosas.

—¿Por qué?

—Mañana por la mañana me vuelvo a casa —explicó con una naturalidad asombrosa —He alquilado un pequeño remolque suficiente para llevar mis cosas. Es increíble lo que una persona puede acumular en casi diez años —dijo manteniendo su sonrisa absurda.

—¿De qué estás hablando, Julia? ¿Te vas? ¿A dónde? ¿Por qué?¿Y nosotros?

—Todas ésas son preguntas ridículas, Ethan. Pero las contestaré igual. Me voy a Nuevo México. Vuelvo a casa, está decidido. ¿Por qué? Porque ya no puedo ni quiero seguir viviendo así. Y nosotros ya no existe. Hace mucho que dejó de existir y me niego a vivir con alguien a quien no quiero ni me quiere y con quien no tengo ningún futuro.

—¿Cómo puedes decir eso? Por Dios, Julia. Sé que estás enfadada conmigo pero podemos arreglarlo. Es ridículo que tires por la borda diez años de pareja por una simple desavenencia.

—No es una simple desavenencia, Ethan. Tú y yo somos perfectamente incompatibles. —aseguró —Estuvo bien mientras duró pero eso se acabó. No vamos a ninguna parte y yo me niego a seguir engañándonos.

—No estamos engañándonos, Julia, yo te quiero y creo que podemos construir algo bueno juntos.

—No lo entiendes, Ethan —suspiró —Ya no me interesa construir nada contigo.

—¿Cómo puedes decir eso?

—He conocido a alguien —me soltó interrumpiéndome mientras me miraba condescendiente.

Esas fueron las palabras que realmente llamaron mi atención.

—¿Qué?

—Sí. He conocido a alguien.

—¿Qué quieres decir? ¿Quién?

—Es el primo del marido de mi hermana. Tiene treinta y ocho años. Es divorciado, tiene tres hijos y una vasectomía —dijo sonriendo.

—¿Qué significa eso?

—Que tal como yo no quiere tener más hijos —explicó —Es caliente, sexy, divertido y es justamente todo lo que yo quiero en un hombre. Hemos estado follando durante toda la semana y quiere que sigamos haciéndolo mucho tiempo más.

—¿Perdona? ¿Has estado tirándote a un tipo esta semana? —pregunté siendo bastante más cínico de lo que tenía derecho —¿Y nosotros?

—Nosotros estamos acabados. Te lo dije antes de que te subieras a ese avión destino Nueva York pero supongo que no lo creíste o no te importó lo suficiente porque decidiste irte igual. Lamento si pensaste que no hablaba en serio.

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