CAPÍTULO 18

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Brittany me esperaba en el hall de llegadas del aeropuerto y saltó a mis brazos nada más verme.

—Al fin has llegado —exclamó enredando sus piernas en mi cintura para estrellar su boca contra la mía.

—Al fin he llegado —coincidí atacando su boca con voracidad mientras mi mano la sostenía pegada a mí.

—Aún no me creo que vayas a instalarte en Nueva York.

—Te dije que lo haría si tú aceptabas vivir conmigo —sonreí dejando sus pies en el suelo para salir juntos del aeropuerto.

Brittany sacó un llavero de su bolso y me lo entregó.

—Las llaves de tu nuevo departamento.

—Imagino que hay una copia para ti, ¿no?

—No quise tomarme ese atrevimiento pero estaré encantada de recibir una copia si tú quieres dármela.

La volteé hacia mí en cuánto llegamos a la acera para esperar un taxi.

—Nena, mi vida en Monterrey estaba muy bien —reconocí —La única razón que me ha impulsado a pedir el traslado a Nueva York es porque tú estás aquí. Sé que tú eres joven pero yo ya tengo treinta y tres. No quiero que mi novia tenga horarios de visita y de regreso a casa por las noches. Lo decía en serio cuando dije que tú y yo viviríamos juntos y espero que no tardes más de una semana en trasladar tus cosas a mi departamento —expliqué —Y si es necesario que vaya a hablar con tus padres, solo tienes que decírmelo.

—Mis padres están encantados de que tenga un novio que me adora. Ya sabes que no estaban felices con el chico que veía antes.

—Ese tipo era un idiota. Tus padres estarán de acuerdo en verte con un hombre que te adora —aseguré.

Brittany se restregó contra mí y así se mantuvo hasta que subimos al taxi que nos llevó a mi nuevo departamento.

El departamento que Brittany había encontrado para mí no podía estar mejor.

Estaba ubicado en la zona de Two Bridges de Manhattan, frente a un parque y con unas geniales vistas del puente de Brooklyn. La renta no era cara y Brittany aseguraba que el dueño estaba dispuesto a venderlo si después de un año viviendo allí me sentía lo suficientemente cómodo e interesado.

Nada más entrar en el departamento, incluso antes de enseñármelo Brittany se puso de rodillas frente a mí y desabotonó mis pantalones.

Liberó mi polla que ya parecía una tubería y la metió en su boca.

Me hizo una mamada alucinante y mirándome a los ojos tragó hasta la última gota de semen que disparé.

—Brittany, nena... —susurré mientras ella daba los últimos lametones —No tenías por qué hacerlo...

—Quería hacerlo —dijo poniéndose de pie —¿Quieres ahora que te enseñe el departamento?

—No —rechacé levantándola en mis brazos —Quiero que me enseñes la habitación porque voy a hacerte el amor por todas las veces que no he podido hacértelo en estas semanas.

Pasaron horas antes de que finalmente Britt me hiciera el recorrido por la vivienda.

Completamente desnudos recorrimos las habitaciones haciendo planes para cada una de las estancias.

Sin preocuparnos por vestirnos nos tumbamos en el sofá para ver televisión mientras cenábamos comida china que Brittany había pedido por teléfono.

No recuerdo cuántos orgasmos alcanzamos en esos dos días antes de que me llevara a conocer a sus padres en la comida del domingo.

Los padres de Brittany resultaron muy agradables y amables conmigo. Su madre parecía realmente encantada conmigo y no hizo más que halagarme todo el tiempo que estuve allí, además de mostrarse feliz de que Britt estuviese decidida a vivir conmigo.

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