CAPÍTULO 9

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Mi teléfono resonó en mitad de la noche sobresaltándome.

—¿Tío Ethan? —la voz de Gala sonó entrecortada y me preocupó despabilándome al instante.

—¿Gala? —gemí mientras me sentaba en la cama nervioso —¿Galadriel, pequeña, dónde estás?

—Tío Ethan, ¿puedes venir a recogerme? —sollozó la chica y me llevó un par de segundos saltar de la cama y enfundarme mis vaqueros.

—Gala, nena, ¿dónde estás, cariño? ¿qué sucede?

—Estoy en el mirador de Lovers Point Park. ¿Crees que podrías venir a recogerme?

—Voy en camino, nena. Por favor no te muevas de allí y mantente al teléfono —ordené antes de sentarme sobre la cama para calzarme mis zapatillas.

—¿Qué sucede? —preguntó Julia con voz ronca observándome desde su almohada.

—Nada, nena, sigue durmiendo —dije inclinándome para besar sus labios —Tengo que recoger a Gala.

—¿Gala? ¿Qué sucede?

—No lo sé —confesé cubriendo el altavoz —Ya te lo explicaré cuando me entere —aseguré besándola suavemente antes de salir raudo de la casa. —¿Gala? ¿Sigues allí?

—Sí —su voz sonaba llorosa.

—De acuerdo, ratoncito, ya estoy en camino.

Conduje raudamente hasta el mirador. Gala estaba sentada acurrucada en uno de los bancos con su rostro escondido entre sus rodillas.

Sin apagar el motor salté del coche para correr hacia ella.

—¡Gala! —grité haciéndola levantar la cabeza antes de correr hasta mis brazos.

Se aferró a mí temblorosa sin dejar de llorar con ansiedad.

—Tranquila, ratoncito, ya estoy aquí... —intentaba calmarla acariciando su cabello.

—Lo siento, tío Ethan —sollozó —No sabía a quién llamar...

—Está bien, cielo. Sabes que puedes contar conmigo siempre. Pero dime qué ha sucedido y qué estás haciendo aquí tú sola.

—No estaba sola —lloriqueó —Vine con un chico pero él se fue y me dejó aquí —explicó preocupándome y enfureciéndome con el cabrón que había dejado sola a una niña en medio de la noche y en mitad de la nada.

—¿Quién fue ese maldito cabrón? —rugí —Dímelo porque voy a matarle.

Gala se apretó aún más contra mí y volvió a soltar un llanto desgarrador.

—Solo quiero irme de aquí —suplicó y comprensivo la guié hasta el coche.

No pude evitar notar su atuendo en cuanto se ubicó en el asiento del pasajero.

Vestida con una minifalda que enseñaba más de lo que cubría y una camiseta de tirantes demasiado ajustada y reveladora para su edad no parecía la niña de catorce años que era en realidad.

Su cabello rubio caía en suaves ondas por su espalda y su rostro estaba maquillado de una forma que yo nunca había visto en Gala.

—Te llevo a casa —dije en cuanto salí del descampado del mirador y la vi dar un respingo.

—¿Puedo dormir en tu casa hoy? —pidió haciéndome sentir suspicaz.

—Desde luego que sí, pero ¿qué dirán tus padres?

RatoncitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora