CAPÍTULO 17

125 16 6
                                    

Los dos meses que siguieron Brittany y yo viajamos mucho entre Monterrey y Nueva York.

Aunque no hubiese un comunicado oficial, todos sabían que estábamos organizando mi traslado a Nueva York.

Mi jefe estaba más que conforme con mi decisión y estábamos organizando todo para dejar a mi sustituto perfectamente preparado para ocupar mi lugar.

Aún no lo sabía mi familia pero no tardaría en hacérselos saber.

Ese fin de semana Sandy y Pete habían organizado una fiesta de despedida para Gala que en poco más de una semana se marcharía a París.

Yo había invitado a Brittany y ella había estado encantada de venir a la despedida de mi sobrina favorita.

Brittany charlaba con Sandra buscando ganarse la aceptación de mi amiga. Sabía que no le hacía falta en absoluto pero ella había insistido en querer ser amiga de mis amigos y yo no se lo iba a impedir.

Sin importar lo que dijera, yo también quería sentir que mis amigos y mi familia la aceptaban.

Sabía que cuando mis hermanas se enterasen que iba a trasladarme a Nueva York para vivir con Britt, solo el haber demostrado la mujer maravillosa que era le serviría para que no le odiaran.

Desde que mamá había muerto y papá había quedado solo, Lydia, Layla y yo habíamos hecho todo por mantenerle ocupado y acompañado y hacerle olvidar la soledad.

Que yo fuese a mudarme al otro lado del país no iba a hacerles gracias a ninguno de ellos.

Pero yo tenía treinta y tres y ya era hora de que comenzara a buscar hacer mi vida y tener mi familia y Britt era la mujer que había elegido para ello.

Le adoraba y me volvía loco. Llevábamos juntos poco más de dos meses y viviendo a tres husos horarios de distancia, nuestros planes de una vida juntos eran duros de sobrellevar.

Mi traslado era cuestión de semanas y yo ya no podía ni quería retrasarlo más.

Este mismo fin de semana hablaría con mi familia.

Estaba sumido en mis pensamientos con la mirada embelesada clavada en mi mujer cuando Galadriel se sentó junto a mí.

—Es guapa —dijo siguiendo mi mirada y llamando mi atención.

—¿Tú crees? —pregunté mirándola y pude ver un leve rictus desdeñoso en su rostro antes de contestar.

—Sí, creo que lo es —dijo por fin aunque pareciera más celosa que sincera —¿Tú no crees que lo sea?

—Claro que sí —reconocí antes de rodearla con mi brazo por los hombros y atraerla hacia mí —No tanto como tú, desde luego, pero da el pego —agregué besando su sien .

—Eso es una tontería —rió.

—¿Qué cosa? ¿Qué tú seas guapa o que ella dé el pego?

—Las dos cosas. Tú no crees que yo sea guapa y estás demasiado coladito por ella como para pensar que solamente da el pego —explicó haciéndome reír.

—Yo creo que tú eres la chica más hermosa que he conocido jamás —expliqué con sinceridad —Y si tuvieras al menos diez años más y no fueses mi sobrina, no te me escaparías —reí.

—Idiota —me regañó —No soy tu sobrina.

—¿Estás coqueteando conmigo, ratoncito? —pregunté con un fingido tono de espanto.

—Puaj, idiota. Eres un viejo, no coquetearía contigo.

—Oh, eso ha sido como un disparo en medio del pecho —gemí llevando mi mano al corazón de forma dramática.

RatoncitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora