CAPÍTULO 28

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Sandra y Peter se habían llevado a los niños a casa de los padres de Sandra.

Los niños pasarían la noche allí mientras ellos asistían a una cena del trabajo de Sandra.

Pensando en pasar la noche juntos, Gala había dicho a sus padres que tenía planes. La recogería cuando sus padres hubieran marchado y cenaríamos en el Bistro Moulin donde había reservado para luego pasar la noche en el hotel Asilomar a veinte minutos del centro de Monterrey.

Antes de marchar, me ofrecí a ayudar a Galadriel a recoger los trastos de la barbacoa, mientras sus padres se llevaban a sus hermanos.

—¿De qué estuviste hablando con papá? —preguntó curiosa mientras llenaba el lavaplatos.

—Tus padres querían arreglarme una cita con Rebecca Sanders —dije y los cubiertos que Gala tenía en las manos cayeron con estrépito sobresaltándonos.

—¿Una cita con tía Becky?

—Sí. Tu padre dijo que se ha divorciado y continúa estando de muy buen ver —expliqué sintiéndome dichoso por los nervios de mi mujercita.

—Oh, vaya, y ¿lo harás?

—¿Tú qué crees? —pregunté cerrando el lavaplatos y poniéndolo en funcionamiento.

—No lo sé —dijo recostándose en la encimera —Tú y ella habéis tenido siempre esa extraña relación intermitente hasta que Becky se casó. Ahora que está divorciada...

Caminé hacia ella y la rodeé con mis brazos encerrándola contra la encimera.

—Ahora que está divorciada yo he encontrado por fin la mujer de mi vida. No la perderé de ninguna forma —susurré contra sus labios antes de levantarla por la cintura para sentarla sobre la encimera y pararme entre sus piernas separadas.

Bajé mi boca sobre la suya y la devoré con un beso incendiario.

Amaba a esa mujer con desespero y tener que dormir separados, y no poder besarla ni tocarla tanto como deseaba me estaba pasando factura.

La necesitaba y tenía que tenerla.

No veía el momento de poner mi anillo en su dedo, pero sabía que debía conseguir la aprobación de su padre antes y eso era lo más complicado.

—¿Cuándo hablaremos con papá? —preguntó contra mis labios cuando nos separamos.

—No lo sé, ratoncito, pero no voy a soportar retrasarlo mucho más. Necesito poder tocarte, poder besarte. Cuando tu padre dijo hoy que esperaba que trajeras a casa algún chico creí que saltaría sobre él.

—Te amo, Ethan —dijo apretándose contra mí —Te amo tanto.

Su boca volvió a la mía y mis manos se colaron bajo su camiseta acariciando su espalda tersa y suave.

Sabía que teníamos que separarnos pero sus labios eran adictivos.

No pensé que sus padres pudiesen volver tan pronto a casa, hasta que sentí un jadeo en la puerta y las manos de mi amigo tiraron de mí alejándome de Gala.

—¡Maldito cabrón! —gritó indignado dándome un puñetazo que me lanzó contra la nevera.

En un solo vistazo vi a Sandra consternada de pie contra la puerta que daba al patio trasero. Galadriel ahogando un grito a la vez que se bajaba de la encimera para acercarse a su padre que volvía a arremeter contra mí con su brazo en mi cuello quitándome el aire.

RatoncitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora