CAPÍTULO 22

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Brittany se marchó sin mirar atrás mientras yo me hundía en el salón del departamento.

Sus palabras eran duras, crueles e imposibles de creer.

Tenía que reconocer su inteligencia. Se había pasado los últimos meses organizando a mis espaldas todos los papeles y documentos que acreditaban que Milo no era mi hijo sino del cabrón de Richard Hawks.

Tenía todas sus pruebas. Pruebas de ADN, pruebas legales.

Yo podría luchar cuanto quisiera pero pasarían meses, sino años antes de que pudiese volver a ver el rostro dulce de mi hijo. Ya podía estar seguro de que no me recordaría siquiera la próxima vez que me viera.

¡Hija de puta! Esa mujer no era más que una hija de puta y yo nunca podría perdonarle lo que me había hecho.

Me lo merecía, lo sabía. Me lo había ganado o al menos me lo había buscado.

Y el karma era una puta mierda.

Toda mi vida, en mi desesperación por tener una relación de pareja o una familia había confundido un buen polvo o una sesión de sexo con amor. Una mujer atractiva con una mujer compañera.

Y nunca me había preocupado por saber lo que ellas pensaban, querían o sentían sino que había asumido que buscaban, deseaban y necesitaban lo mismo que yo. Porque así era más fácil.

Nunca había conocido realmente a las mujeres con las que mantenía una relación.

Tal vez de haberlo hecho no me habrían sorprendido las acciones de Brittany.

Los últimos siete años de mi vida habían sido una mentira y hasta ese momento yo no lo había visto.

Brittany y Hawks mantenían una relación desde mucho antes que ella y yo nos conociéramos. En esos siete años lo habían dejado varias veces pero siempre habían acabado volviendo.

Brittany juraba que había intentado que lo nuestro funcionara en los primeros años y había sido completamente fiel durante los primeros dos o tres años pero yo no podía creer que así hubiera sido.

Según ella no había pretendido quedarse embarazada de Milo ni hacerme creer que era hijo mío pero en su momento realmente había pensado que Richard nunca lo reconocería y había decidido que yo sería un buen padre.

Hasta que a Hawks se le antojó reconocer su paternidad y ella aseguraba no poder negarle a su hijo la posibilidad de conocer a su verdadero padre.

¡Hija de puta!

El trago de whisky que me había servido fue el preludio de mi debacle y cuando me desperté horas después con la mente embotada, la botella vacía de whisky descansaba sobre la alfombra.

El teléfono repicaba y el nombre de mi hermana fulguraba en la pantalla.

—Layla —contesté con voz ronca.

—¿Ethan? —exclamó —¿Qué ha sucedido? Britt me llamó diciendo que tú no estabas bien, ¿qué ha pasado?

—¿Brittany te llamó? Esa hija de puta —rugí furioso.

—¿Qué sucedió, Ethan?

—Brittany se ha ido.

—¿Se ha ido? ¿Dónde?

—No lo sé, pero sé que se irá a Inglaterra tan pronto pueda.

—¿Por qué? ¿Qué sucedió? ¿Y Milo? ¿Va a llevarse a tu hijo a Europa?

—Va a llevarse a Milo con ella, desde luego, pero Milo no es mi hijo —expliqué y mis palabras provocaron un profundo silencio en mi hermana.

—¿Qué? —dijo después de unos momentos.

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