CAPÍTULO 34

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Sintiéndome en el cielo la volví a recostar en la cama y con besos y caricias nos desnudé.

Hicimos el amor y volvimos a hacerlo después de un breve descanso. Y en ese remanso de paz hablamos de futuro.

—¿Qué haremos con la boda? —preguntó Gala recostada entre mis brazos.

Su cuerpo desnudo estaba pegado al mío y mi mano no lograba separarse de la planicie de su vientre.

Podría parecer el más estúpido cliché pero por momentos creía sentir en mi mano una especie de energía o cosquilleo que le atribuía sin dudarlo a la presencia de mi hijo perfectamente acomodado en el vientre de esa mujer.

Mi mujer.

Lo que sentía en ese momento era inexplicable para un tipo como yo. Por momentos sentía que debería haber sido un poeta para tener palabras que lograran expresar lo que sentía, pero el amor que me embargaba cuando pensaba en Galadriel dando a luz a mi hijo solo podía ser poesía.

Cómo había logrado, un tipo como yo, conseguir a una mujer como Galadriel era un misterio.

Peter lo había dicho el día que se había se había enterado de la relación que su hija y yo manteníamos. Galadriel se merecía alguien mejor. Desde luego que sí.

La hermosa joven que era se merecía un tipo diferente a lo que yo era. Sin dudas se merecía un tipo más joven y desde luego se merecía un tipo más guapo.

Pensar en que ella y yo, con nuestras enormes diferencias y mis gigantescas deficiencias emocionales hubiéramos podido concebir al que sería sin dudas el niño más hermoso que pisara este mundo, era algo parecido a un enigma, una utopía. Pero yo haría todo para merecérmelos y nadie nunca podría hacerles tan felices como yo lo haría.

Pero yo sabía con certeza que aún existían grandes escollos por salvar en nuestro camino a la felicidad.

Habíamos estado esperando para fijar la fecha de la boda, porque Gala no podía imaginarse una boda sin la presencia de su padre para llevarla al altar.

En estos meses habíamos intentado que Peter acabara reconociendo que solo tenía las mejores intenciones para con su hija y que no buscaba nada más que hacerla feliz.

Habíamos creído que con la ayuda de Sandra, su claudicación sería más sencilla, pero nos habíamos equivocado y Peter estaba resultando bastante más duro que lo esperado.

Se negaba a aceptar nuestra relación y por ende era completamente contrario a la boda.

Gala no quería casarse si no era su padre quien la llevara al altar, y yo había estado de acuerdo con ella.

Pero ahora mismo yo no quería siquiera imaginar que nuestro hijo naciera fuera del matrimonio.

No era algo que mereciéramos ninguno de los tres. Sabía que no era realmente importante, pero yo no quería que mi mujer fuese madre soltera.

La situación ahora estaba definitivamente enredada.

Si a esto le sumábamos la incertidumbre que había respecto a Gerard Du Lac, su ubicación y sus inquietantes posibles intenciones para con Galadriel, nuestras perspectivas eran bastante complicadas.

—¿Qué quieres tú que hagamos con la boda?

—Quiero que fijemos una fecha —dijo Gala con voz decidida y firme.

—¿Aún sin que tu padre haya aceptado acompañarnos? —pregunté suspicaz.

—Sí —aseguró —Le he dado mucho tiempo para que se hiciera la idea, lo aceptara y aceptara hacer lo correcto. No quería disgustarle, pero si él no es capaz de pensar en no disgustarme a mí, ya no puedo hacer más. Ahora mismo tengo que decidir quién es más importante y ahora mismo, desde esta misma tarde mi hijo ha pasado a ser lo más importante. Más importante que tú, que yo y desde luego más importante que mi padre y sus estúpidos sentimientos arcaicos y egoístas —sentenció vehemente —Así que quiero que elijamos una fecha y nos volquemos en los preparativos de la boda. Y también quiero que pienses que no quiero llevar un vestido enorme así que espero que esa fecha sea lo suficientemente cercana como para que mi cuerpo no se haya convertido en un balón —dijo haciéndome reír.

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