AMOR FUGAZ

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Casi un mes después de que Mimi llegara a casa y su madre la recibiera leyéndole la cartilla, se encontraba de nuevo fuerte. En esos días, había hecho la maleta y, esta vez sí, había hecho un viaje. La primera parte, la compartió con su madre, después se quedó sola en el lugar que guardaba sus raíces: había vuelto al pueblo. Tomó una decisión: nada de móvil, aquel mes lo pasaría pensando, haciendo mucho deporte, yendo a nadar a la playa, recuperando buenos hábitos, hablando con sus amigas de la infancia y dejando sentir a su alma.

El rapapolvo que recibió de su madre no fue de los que se olvidaban fácilmente...

I: No te voy a hacer la típica pregunta de si te parece bonito desaparecer así y no ponerte en contacto ni dar señales de vista porque eso está ya muy visto. Sólo te diré que no te mato porque tu padre me lo ha pedido encarecidamente...

M: Perdona...

I: ¿Perdona? Mira, muchachita, quitando el hecho de que eres una persona adulta que tiene sus responsabilidades, es que no sabíamos nada... imaginaba que no te pasaba nada porque sabes cuidarte... y porque tu padre y yo hemos ido por el piso y alguna vez te hemos visto salir por la noche.

M: ¿Por qué no me dijisteis nada?

I: Porque queríamos ver hasta dónde llegabas.

M: Te prometo

I; No me prometas nada... yo te comprendo, hija... de pronto te has visto con unas responsabilidades que no pediste... pero la vida hay que lucharla como viene...

M: No sé qué me pasó.

I: Yo sí y se llama Mónica... tienes una especie de obsesión insana con esa mujer. Desde el mismo momento que Ricky me dijo que había vuelto, supe que la ibas a liar otra vez.

M: No seas así mamá, ella no tiene la culpa.

I: En eso tienes razón, la única que la caga aquí eres tú dándole tanto poder sobre tu vida. ¿Es que no te das cuenta? La primera vez que volvió dejaste escapar a Marisa...

M: Mamá, lo de Marisa no era nada...

I: Bueno, te lo admito, pero... ¿y Sara? Estabas muy bien y muy ilusionada con ella.

M: Pero sabía que no estaba enamorada... y lo sabía porque con Mónica supe qué era enamorarse.

I: Sí, fue tu primer amor, pero no por eso debes rendirle tributo toda tu vida.

M: Y no lo hago, de verdad.

I: Pues no es lo que me parece... has pasado una semana por ahí perdida con ella... tu relación con Ana ha saltado por los aires... ¿de verdad no le has vuelto a rendir tributo?

M: Lo creas o no, entre Moni y yo no ha pasado nada. La primera mañana, cuando Ana se presentó en el piso, me pilló con ella en bragas y camiseta, recién levantadas y a mí me dolía todo de la resaca.

I: Entonces Ana pensó...

M: Pensó lo mismo que yo, que me había liado con Moni... no me había dado tiempo ni casi a abrir bien los ojos... y me desperté desnuda en la cama con ella.

I: Pero dices que no ha pasado nada.

M: Y no pasó... cuando tuve un poco de calma, lo recordé. Llegamos a casa demasiado perjudicadas para otra cosa más que desnudarnos, tirarnos en la cama y dormir.

I: ¿Y eso lo sabe Ana?

M: No, eso no lo sabe nadie más que yo y ahora tú.

I: ¿Y por qué no se lo dices?

Más que suerte  [WARMI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora