Desperté entumecida dentro de una tienda de campaña bastante grande. Intenté moverme sin resultado alguno.
Miré mis ataduras para ver si me podía liberar de ellas.
Esta vez se veía demasiado difícil atada de pies y manos a una silla por varios sitios.
Unos dedos viajaron por mi cuello consiguiendo que me estremeciera y así intenté apartarme.
La mano agarró de mis pelos haciendo que mi cabeza se estirara hacia atrás quedando en una posición incómoda.
-Buen trrabajo deshaciendo un nudo de los marrines, bella dama.
Mi mirada conectó con furia con la del que, ahora no tenía duda, era el jefe de ellos.
Él me sonrió y se acercó oliendo mi pelo. Noté como su nariz rozaba con mi oreja y deslizó su cara hasta darme un beso en la mejilla.
Me soltó el pelo riéndose mientras me sentía asqueada. Tendría que darme con un estropajo y lejía para hacer desaparecer ese beso.
-Suéltame-inquirí.
-Verrás, no te lo vas a crreerr perro no puedo soltarrte-dijo con fuerte acento ruso.
-¿De veras? No me lo había imaginado-ironicé-¿Tienes un objetivo con todo esto? Necesito saberlo para tomarte en serio.
El ruso se rió sentándose en la mesa que había frente a mí.
Tranquilamente se echó un vaso de la votella de cristal con whisky que había sobre la mesa. Bebió un poco antes de responder.
-Mi objetivo es reclutarros y a los que no aceptéis matarros.
-Me esperaba un plan mucho más alucinante con secuestros, persecuciones, atracos, millones de dólares y esas cosas.
-Erres una chica lista, querrida-sonrió dándole un sorbo a su vaso-Te prropongo un trrato.
-Te escucho.
-Tú aceptas trrabajarr conmigo y yo liberro a tus amigos.
-A los tres chicos y a la chica.
-No hay ninguna chica, querrida-dijo desconcertado.
Maldije para mis adentros el momento en que tuve que meterme en semejante lío.
Había cometido un fallo Mason, el que había planeado el plan. Él me había dado a entender que Savannah estaba en peligro, Adam no había querido decirme nada y más tarde, Mason me había confirmado que estaba con los rusos. Y como ahora el ruso me decía que no tenía a ninguna chica, me daba a entender una cosa.
Esto era otra prueba más que tenía que pasar pero tenía que darle una lección antes.
-Acepto, pero puedo quedarse con mis compañeros-dije sorprendiéndolo-Trabajo sola.
-¿Cómo sé que no vas a huirr, querrida?-desconfió el ruso.
Me lo pensé por unos segundos mirándole fijamente a los ojos.
-No lo puedes saber-acepté-Aunque con un poco de den'gi no sería necesario desconfiar.
El ruso me sonrió levantándose. Tras sacr un talonario de su bolsillo y escribir algo en él, llamó a uno de sus hombres que estaban detrás de mí para que me deshicieran de mis ataduras.
El ruso me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Lo hice frotándome las muñecas.
-Millón y medio-dijo entregándome el cheque-¿Lealtad?
-Por supuesto.
-Dimitrri Belkov-nombró-Soy tu jefe a parrtirr de ahorra. No me falles.
-No puedes ser tan cabrón como el de antes-sonreí guardándome el talonario.
-¿Qué quierres decirr?-preguntó.
-Mason, el moreno de pantalones negros, y yo nos odiamos-expliqué excendiéndome con tantos detalles-Me ha mentido y no me gusta que me mientan.
-¿Quierres una venganza?-sonrió bebiendo de su whisky.
-¿Me la proporcionaría, señor Belkov?-pregunté sonriendo.
-Brradinsky, acompañe a la señorrita... ¿tu nombrre?-preguntó.
-Samantha Dawson.
-Acompañe a la señorita Dawson a que lleve a cabo su venganza. Y después suminístrele...
-Duermo en el suelo y al aire libre, señor Belkov. No le daré mucho trabajo.
-Como quiera. Brradinsky, ayúdela en lo que ella necesite.
Seguida de Bradinsky que no se fiaba de mí, salimos de la tienda y nos dirigimos hacia la zona donde se encontraban Mason, Dylan y Carter.
Los tres me miraron sorprendidos cuando me paré delante de ellos.
-Eres libre-murmuró-Sálvanos Samantha.
-Ish, eso no va a poder ser-dije sin cambiar de expresión.
-¿Por qué?-preguntó Carter.
-Resulta que he cambiado de jefes y de chaqueta.
-¿Qué has hecho qué?-preguntó Mason exaltado-¿Te has vuelto loca?
-Llámalo equis, llámalo i. Ahora soy una de ellos. Yo estoy libre y vosotros no.
-¿De verdad que no lo estás haciendo para escapar?-me preguntó Mason en voz baja.
-Lo siento pero no-respondí-Ahora si me disculpas, voy a tener que torturaros.
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Un amor de campamento.
RomantikTras pasar la prueba inicial con mal pie, nuestra protagonista se ve envuelta en un castigo y parece que se ha convertido en el ojito derecho del jefe de su unidad en el campamento a pesar de lo duro que la trata. Ella tendra que aguantar el entrena...