Una hora y media más tarde y entrando en San Francisco, recordé que tenía que haber hablado con Adam.
Me levanté como un resorte de mi cómoda posición tumbada.
-Adam, lo siento, lo siento. ¿Qué querías?
-Tranquilízate Sam-me dijo-Quería saber como íbais y le pregunté a Collins ante tu indisposición.
-Algo que no me ha comentado al parecer-dijo mirándolo-Gracias Adam, estamos entrando en San Francisco.
Me puse de rodillas apoyándome en el respaldo para hablar con los de adelante.
-¿Algo de lo que informar?-pregunté a Shane.
-Ya no-sonrió.
-Te cambiaría si no fuera porque me parecéis un buen equipo.
Escuché una sonrisa mientras me colocaba nuevamente el cinturón.
Estábamos a punto de llegar al lugar donde habíamos perdido la pista de Blake, Dylan, Carter y Shane.
El lugar estaba a las afueras de San Francisco, un viejo polígono industrial en el cual solo habían antiguos almacenes.
La chica morena del equipo de Collins llamada Anne me abrió para que pudiera salir y me ayudó a colgarme el fusil. Collins y los demás se armaron mientras yo atendía a las explicaciones de Anne y Mary.
Collins comenzó a dar explicaciones para entrar en el almacén. Me separé del grupo ignorando las instrucciones.
-Adam, utiliza algo de eso de temperatura y dime como está el almacén.
-Satélite térmico, Sam.
Ví como un vagabundo nos miraba entretenido. Miré hacia el grupo y en efecto estábamos dando un espectáculo.
Entonces se me ocurrió una genial idea que nos ahorraría molestias innecesarias.
Me acerqué a Collins y lo separé del grupo cogiéndolo del brazo.
-¿Samantha, qué haces?-dijo soltándose.
-Sígueme.
A regañadientes me acompañó hasta los dos vagabundos que ahora nos miraban curiosos y divertidos.
-Perdonen caballeros, ¿han visto por aquí...
-Sois los segundos-dijo uno.
-¿Nos respondería unas preguntas?-pregunté sonriéndole coquetamente para sacarles información.
-La vida es difícil, hija, aunque tú eres muy jovencita para entenderlo del todo bien-explicó el mismo vagabundo.
-Lo sé-dije sacando el fajo de billetes que sabía que Shane llevaba en el bolsillo.
Conté cien dólares y se lo enseñé. Al intentar cogerlo lo aparté de su mano.
-¿Cuántos eran y cómo iban?-pregunté.
-De camuflaje. Pantalones de campaña, camisetas marrones, chalecos, armas. Unos veinte mínimo.
-Pero uno de ellos iba en traje de chaqueta-intervino el otro-Blanco, de unos cuarenta y pocos, pelo negro y con gafas de sol.
-¿Siguen ahí?-preguntó Shane.
Ambos se quedaron en silencio. Saqué otros dos billetes de cincuenta del fajo y se los enseñé.
-No, se fueron hace bastante en dos 4x4 y dos camiones. Y se iban con un par de secuestrados como vosotros.
-¿Lo han visto antes por aquí?-pregunté.
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Un amor de campamento.
RomantikTras pasar la prueba inicial con mal pie, nuestra protagonista se ve envuelta en un castigo y parece que se ha convertido en el ojito derecho del jefe de su unidad en el campamento a pesar de lo duro que la trata. Ella tendra que aguantar el entrena...