Capítulo X - Es hora.

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Narra Temo

Ha sido la noche más bella de mi vida... pero la felicidad es algo efímero en muchas ocasiones...


Pancho: ¡¡¡Lindas horas de llegar Cuauhtémoc!!! – Gritó eufórico – ¡Me tenías con el Jesús en la boca! ¡Para qué tienes ese teléfono!


Mi papá estaba enojado, pero no podía creer que reaccionara así...


Yo: Papá lo siento, se nos fue la noción del tiempo. Sé que te dije que llegaríamos más temprano. Pero nos trajeron los papás de Alexa, no tienes por qué estar así.

Pancho: ¡¿Crees que no estaba preocupado?! Estuviste fuera de la casa todo el día en una ciudad que no conocemos aún en su totalidad, ¡es obvio que iba a estar así!

Yo: ¡Ya papá! – También grité – ¡Creo que ya soy lo suficientemente grandecito como para poder cuidarme solo, además no estaba solo o con desconocidos, estaba con Aristóteles!


Jamás le había alzado la voz a mi papá, él se dio cuenta de ello y ambos nos quedamos en silencio. Fui a mi cuarto y él me siguió... Me senté y lo único que hice fue ponerme a llorar. Papá entró y preocupado me dijo:


Pancho: Hijo... nunca me habías alzado la voz y lo peor, no es lo que me dijiste sino cómo lo dijiste, algo no me has dicho... llevo notándote muy extraño desde hace semanas...

Yo: No me pasa nada papá... – dije entre llantos.

Pancho: Temo, sabes que soy tu Papancho y puedes contarme lo que sea – me tomó de la cara y me hizo que lo viera a sus ojos que denotaban preocupación – ¿Estas así por alguien en especial?... ¿es por esa chava Alexa?


No pude contenerme y simplemente colapsé. Puse mi cabeza sobre el pecho de mi papá y lo abrace mientras lloraba con sentimiento. Mi papá asustado me abrazó muy fuerte y no sabía qué hacer para que yo me calmara.


Pancho: Hijo ¿Qué te pasa?... no me asustes Temo.

Yo: Lo siento papá – dije llorando – no quería decepcionarte, ni a los mellizos o a la familia.

Pancho: ¿Cómo puedes decir eso Temo? eres mi orgullo... tú solito te has hecho cargo de tus hermanitos desde que Rebequita se nos fue al cielo.

Yo: Por eso papá... no quería darte otra preocupación, otra tristeza que lleves sobre tus hombros...

Pancho: Ay mi Temo, cálmate y dime qué te pasa. Yo estaré contigo siempre mi muchacho. – me dijo mientras lloraba.


Respiré profundo, vi a mi papá a los ojos, tomé sus manos fuertemente y las llevé a mi pecho. Es hora... me dije a mí mismo.


Yo: Papá... Papancho, siempre me he sentido diferente, creía que era un raro por sentirme cómo me siento. Nunca pensé que conforme los años pasaban me iba a dar cuenta que en realidad no tengo nada de malo. Simplemente así soy, y este es el mismo Temo que toda la vida has conocido... Papá yo soy gay... y lamento si te he decepcionado con esto, pero ya no podía guardármelo más... – dije llorando de nuevo.

Pancho: Ay mi muchacho – me abrazó más fuerte – ¿Cómo pudiste pensar que yo te iba a rechazar?... tú eres mi mundo Temo, tú y tus hermanitos son todo lo que me queda. ¿Desde hace cuánto te diste cuenta?...

Yo: Un par de años creo...

Pancho: Y yo como un tarugo siempre diciéndote que cuándo me presentabas a una novia... tantos chistes tontos, debí haberme dado cuenta, soy un terrible padre... – dijo llorando.

Yo: No, no, no, no papá. Tú eres el mejor padre del mundo. No tienes por qué sentirte culpable.

Pancho: Quiero que sepas sólo una cosa hijo – me dijo uniendo nuestras frentes – Yo te amo y eso nada lo va a cambiar, tú eres Cuauhtémoc López un chavo con un enorme corazón. No tienes nada por qué preocuparte ni avergonzarte, yo te acepto hijo, lo único que quiero es que seas feliz y que encuentres al chavo con el que compartirás esa felicidad.


No podía creer el tan emocional momento que estaba atravesando, mi papá entre lágrimas me aceptó, me dijo que me amaba y que quería que fuera feliz. Lo hice... al fin soy libre y me siento... feliz.

Papá y yo estuvimos abrazados un rato hasta que entraron los mellizos y decidí hablar con ellos también de una vez.


Yo: Calcomanías vengan.

Lupita: ¿Qué te pasó Temo, por qué lloras?

Julio: ¿Papancho te hizo algo?...

Yo: No tontitos, quería contarles que su hermano aquí presente quiere sincerarse con ustedes...

Lupita: Ay no Temo, ya hablas en tercera persona... no me asustes.

Yo: Verán hermanitos – dije sonriéndoles ligeramente – Yo soy gay, ustedes son muy chicos como para entender muy bien lo que está pasando... a mí me gustan los chavos, quería contarles porque ya no podía llevar más este peso y quería que sepan que espero que me sigan tratando y queriendo como siempre... porque yo sin ustedes no soy nada...


Los niños me abrazaron tiernamente mientras yo lloraba en sus hombros. Me dieron un beso en cada cachete y me dijeron al unísono que ellos me querían mucho. Papá nos veía desde la esquina de mi cama sonriendo y llorando también.


Pancho: Ay mi Laurita... nuestro muchacho ya creció – dijo susurrando hacia arriba.

Julio: Ay carnalito, sabes que siempre te vamos a querer no importa qué, porque tú estuviste con nosotros después de lo que le pasó a nuestra mamita.

Lupita: Sí hermanito, además lo que importa es que tú seas feliz. Te queremos mucho.


Los cuatro nos abrazamos fuertemente y me hicieron sentir el ser más querido sobre la Tierra... ya no había nada que no podía hacer ahora.


Yo: Quiero contarles a los demás, Papancho – dije convencido – mis tías, mis hermanos, quiero que ellos también lo sepan.

Pancho: Claro hijo, pero... ¿los llamarás ahorita?

Yo: Sí, pero quiero ir hasta allá. Quiero ir a Toluca y decirles frente a frente. Quiero ir mañana temprano, faltaré un par de días a la escuela, pero necesito ese tiempo papá.

Pancho: Está bien hijo, descansa, yo llamaré a tus tías y a tus hermanos. Les diré que irás para allá en la mañana y que te esperen en el aeropuerto. Yo llamaré a la gente de Avon para me que consigan los boletos para Toluca.

Yo: Gracias Papancho, ¿puedo ir a la azotea un momento? Necesito tomar algo de aire.

Pancho: Claro hijo, ve tranquilo yo me ocupo de todo.


Me mojé la cara y mientras papá llamaba a los López en Toluca, salí del departamento y me senté en la azotea a pensar... aunque no sé qué tan bien le habrá ido a Ari con sus papás por el atraso.


(La puerta que lleva a la azotea se abre)


Ari: ¿Temo?...

El Corazón Nunca se Equivoca - Aristemo (T1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora