Capítulo 5

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     "Vemos la muerte del lado egoísta. '¡Ese hombre murió, oh que triste!'. ¿Por qué es tan triste? El está lejos de todo lo malo que está aquí en la tierra. Quiero decir, en el peor de los caso, esta en un lugar tranquilo, sin nada. En el mejor, es un ángel... O un espíritu en algún lado. ¿Qué de eso es tan malo?" -Tupac Shakur.

     Cuando era una niña Layna llegó como una mujer llena de alegría. De colores. Había comenzado a trabajar con papá, no se en que, pero era algo así como su asistente personal. Note que ella tenía una manera diferente de mirar a mi padre, sus ojos siempre se iluminaban cuando lo escuchaba hablar. Pero era una niña, no tenía como decirle a mi padre que aquella mujer lo quería.

     Cuando se volvió novia de mi padre nunca me lo dijeron. Iba a la casa, cenaba, hablaba conmigo, llevaba regalos, dulces y trataba de jugar conmigo. Pero no me agradaba porque no quería que mi padre me dejara por ella. Cuando se comprometieron ambos hablaron conmigo. Le dije que la odiaba y que nunca la iba a querer. Sin embargo ella no se desánimo, busco maneras de que nos hiciéramos amigas. Dejaba que mi padre se quedara conmigo cuando tenía pesadillas o simplemente lo quería conmigo. Dejaba que jugaramos y que hiciera paseos a caballo solo nosotros dos. Entonces me caía bien. Porque ella no me quitaría a mi padre, ni le quitaría el puesto a mi madre.

     Me encariñe mucho con ella. Se volvió algo así como mi mejor amiga. Me educó en casa porque siempre fui una niña con miedo. Miedo a ser rechazada. Cuando cumplí los dieciséis el estado me otorgó mi título de graduada, aún cuando a mi edad no debí. Realice cursos de psicología infantil, curso de maestría y obtuve dos títulos para ello. Comencé la universidad y estudie diseño de moda, psicología y arquitectura. Dejando fotografía y pintura como cursos donde obtuve un título de igual manera. Sin embargo me gusta diseñar, mi padre decía que mi madre era una diseñadora de modas excepcional.

     Pero ya me fui del tema. La cuestión es que Layna siempre estuvo para mi cuando la necesite y se volvió mi amiga, una tía o algo asi, nunca ocupo el puesto de mi madre, pero si fue lo más cercano a una para mi. Cuando recibí aquella llamada de madrugada me derrumbe de inmediato. Esa mujer era todo lo que podía pedir para que fuera mi sustento en un mundo cruel. Pero la vida me a enseñado a sonreír. Y quiero que Alisa aprenda a que sin importar cuantas veces la vida nos dé una patada debemos levantarnos, sacudirnos y seguir con una gran sonrisa.

     —¿Leyna se murió?— pregunto la pequeña cuando me senté junto a ella.

     —Ven aquí— le pedí para sentarla en mis piernas con sus piernas abrazando mi cintura —. Te voy a contar que ocurrió.

     —¿Por qué se fue?— pregunto ella cuando sus ojitos se llenaron de lágrimas.

     —Porque tenía una enfermedad, cariño— le limpie las lágrimas con mis pulgares —. Pero ella está bien, está feliz. Probablemente esté con mi padre y mi madre. Es feliz, estoy segura de ello. Porque mi corazón está en paz, y estoy segura que el tuyo también.

     —¿Y puedes vivir sin ellos?— preguntó ella frunciendo su ceño —Si mi papi me deja yo me muero.

     —No digas eso— le pedí —. Mira, Alisa. La muerte es algo natural de la vida. Tenemos una fecha de llega, y aunque no sabemos cuándo es la fecha de regreso, es algo normal. Tú eres una niña, no debes preocuparte por nada más que reír mucho.

     —¿Y cuando la veré?— pregunto ella cruzada de brazos.

     —Cuando quieras verla— le asegure con una sonrisa —. La verás en las pequeñas cosas. Cuando pidas un consejo y cierres los ojos, al sentir el viento tocar tu rostro, también cuando veas algo que te recuerde a ella. Y cuando quieras contarle algo, solo debes cerrar los ojos e imaginarte que ella está ahí, ella te escuchará.

El cielo a mi favor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora