Capítulo 28

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"No, no te voy a decir que dejes de estar triste, porque no funciona así. Pero si te recordaré que las cosas van a mejorar. No hay días bueno o malos, solo unos que enseñan más que otros. Y hay que seguir en cualquier caso. Confía en eso" -Letra silenciosa.

Está a demasiado silenciosa para mi gusto. Y Hanna no es así, no es la más extrovertida, pero tampoco la más callada. Y eso de cierta forma me inquietaba. La observe desde la cocina mirar el jardín de mi casa como si no hubiera nada más interesante que ver.

Sentí que movían mi mano, así que miré a la causante de mis dolores de cabeza, sus grandes ojos azules me miraban con preocupación, como si ella lo entendiera todo.

-Papi, ¿que tiene Hanna?- yo me coloqué a su altura y le di un beso en mejilla.

-¿Recuerdas esas veces donde llegas molestas de donde tú tía, porque no te dejo ver televisión?- ella asintio levemente -Siempre que llegas aquí te digo que hay personas más inquietas que otras.

-¿Eso que tiene que ver con Hanna, papá?- se cruzo de brazos como toda una adulta.

-Que así como tú tienes a tu tía Elizabeth que es muy fastidiosa; Hanna tiene personas en su vida así. Y no la dejan descansar- ella asintió levemente.

-¿Puedo ir con ella?- le di un beso en la mejilla y asentí.

Cuando ella se fue me reincorpore. Y observe a mi hija sentarse en las piernas de Hanna. Y esta centro toda su atención en ella, sus ojos brillaron, era como si mi hija la volviera a iluminar.

Me gustaba verlas juntas. Ciertamente físicamente eran diferentes, pero ambas tenian algo en común, y es iluminan a quienes tienen cerca. Sonreí ampliamente cuando mi hija le saco una sonrisa a Hanna.

-¡Papi!- llamo mi hija de pronto sacándome de mi ensoñación.

-¿Que sucede?- pregunte acercándome a ellas.

-Hanna no quiere quedarse- dijo enfurrunñada en las piernas Hanna.

-Luciérnaga, me quedé anoche, prometo quedarme mañana ¿si?- mi hija negó -Anda, mañana me quedo.

-Yo quiero que estés conmigo hoy y mañana- Hanna me miro en busca de ayuda.

-Vamos hacer algo ¿si?- ellas me miraron con atención -Hanna va a su casa, y hace lo que tenga que hacer. Tú vas a dormir, y mañana antes de que despiertes Hanna estará aquí, ¿les parece?

-Esta bien- acepto mi hija, se colocó de pie y se fue de la estancia sin despedirse de ninguno con un beso en la mejilla -. ¡Buenas noches!

-Creo que se enojó- dije con diversión cuando se despidió con grito cuando no podíamos verla -. Cuando sea adolescente va hacer peor.

-Voy a buscar una pijama y regreso- susurro Hanna -. No quiero que se duerma molesta conmigo.

-No, Hanna- me arrodille frente a ella, ya que estaba sentada en el sillón.

-¿No viste como se fue?- preguntó ella -No quiero que duerma enojada.

-Hanna, no podemos hacer siempre lo que ella pide.- le dije tomándole las manos -Si quieres ir a tú casa y dormir allá, anda. No puedes detener tú vida por ella.

-Derek he perdido a demasiadas personas en mi vida- aseguró ella cuando una lágrima traicionera bajo por su mejilla -. Créeme no quiero que la lista siga sumando.

-Y no lo va hacer, pero no debes hacer todo lo que ella diga- le dije antes de besas sus nudillos -. Ella debe aprender que un no, es no, y punto.

El cielo a mi favor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora