-Bienvenida a mi casa- el hombre extendió las manos señalando su hogar -. Muy bien, supongo que el viejo de tu abuelo debe estar buscando a su única nieta.
-¿Qué carajos quieres, Dylan?- cuestione soltando un suspiro - Estoy harta de tus jugos maquiavelismos para hacer de mi vida una porquería.
-Tu abuelo hizo de la mía eso- me sonrió -. Toma asiento, querida- me señalo el sillón blanco en la estancia del departamento -. Estas embarazada, se que no debes alterarte, sobresaltarte, ni pasar mucho tiempo parada. Puedes perder a tu bebé, mantén eso en mente.
-Déjame ir- el negó levemente -. Bien, me sentaré, pero guarda tu arma. Después de todo, eres mi hermano- el hombre la miro sorprendida -. ¿Qué? ¿Creíste que no sabia? Mi querido medio hermano.
-Soy tu tío realmente- yo no pude evitar reír -. Creo que se te zafo el tornillo, hermanito. Tú madre y mi abuelo se conocieron unos años más tarde de tu haber nacido.- el tomo asiento delante mi -. Recuerdo que jugábamos juntos, tenias dos años cuando te conocí. Tú juguete favorito era un elefante de felpa, se llamaba Elie, te acompañaba a todos lados, no lo soltabas.
-¿A donde quieres llegar?- el guardo su arma en la cintura de su pantalón -Nada de esto lo logre por el viejo, o por la perra que te crió- se coloco de pie -. Mucho menos por el idiota de tú padre. ¿Sabes po quien lo logre? Por mi, y he pasado los últimos años intentando encontrar el aparato que me hará invencible.
-No se que hablas- no se lo daría tan fácil -. Lo único que se de mi abuelo, es que quiere recuperar los últimos veintiséis años que perdió de mi vida.
-Con tu abuelo jamás es así de fácil- él hizo una seña con su mano -. Muy bien, según mi investigación durante el embarazo te gusta comer lasaña, ahí tienes. Jugo de fresa y una tarta de chocolate. Debes alimentarte como corresponde.
-¿Como se que no me envenenas o sedas?- el tomo el cubierto en el charola y probo la lasaña luego tomo otra, y probo el postre, finalmente el jugo.
-¿Vas a comer entonces?- quería decirle que no, realmente quería hacerlo, pero el bebé en mi vientre no estaba de acuerdo en la que quería que fuera mi respuesta.
-La única razón para decirte que si, es que no deja de patear- señale mi vientre un poquito abultado -. Además, se que no me harás daño.
-Bueno, al final del día me convienes más viva que muerte- se encogió de hombros levemente y me extendió la charola -. Y digamos que no es un secuestro, es una medida de seguridad.
-Es secuestro- objete yo -. Mira, se que quieres ese aparato del que todos hablan, pero yo no lo tengo- mentí tomando la charola -. La única razón por la que accedí venir era para que no tocarás a Alisa.
-Es muy triste lo que le ocurrió a esa niña- dijo él mirando a la nada -. Su madre muerta, Layna muerta, sus abuelos la odian, al menos los de Derek- se encogió de hombros -. Es como si se repitiera la misma historia. Quien lo diría ¿no? La conociste de la nada, y ella puede ser tu vivo reflejo.
-El padre de Derek esta detrás de todo esto ¿no es así?- el sonrió complacido -No me tomo más de unas semanas para descifrarlo, había estado mucho tiempo en silencio.
-Si, bueno, ese aparato tuyo tiene poder- se encogió de hombros -. Puedes ver lo que sea, lo que quieras- sonrió -. Sin embargo, el pensaba llevarte a otro lugar, algo más como un secuestro, en serio. Y yo le dije: ¡oh, no! Tranquilo, yo lo manejare.
-¿Donde está ese bastardo?- cuestione colocándome de pie -Que se aleje de Alisa, no tengo lo que sea que quiera.
-No serías tan boba como para llevarlo contigo ¿no?- el se coloco a mi altura, me saltaba una cabeza -Lo escondiste en la casa, tranquila, se que es la de Leyna- me señalo el sillón de nuevo, yo me cruce de brazos -. Tienes un bebé que cuidar, recuerda que tu embarazo es propenso a abortos.
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El cielo a mi favor
RomanceCuenta una antigua leyenda que un día estaban la vida y la muerte en una habitación. A pesar de plantearlas como grandes enemigas. Realmente eran grandes amigas, algo que nadie se imaginaría, eran tan diferentes una de la otra. La vida era color...