"Se había marchado, y eso era algo para lo que no iba a estar preparado ni en cincuenta y tres días, ni en cincuenta y tres años, ni en cincuenta y tres siglos" —Kami Garcia y Margaret Sthoni. Hermosas criaturas.
Una de las cosas que me he preguntado los últimos años es: ¿qué hice mal en esta u otra vida? Y es que cuando Hanna llego a mi vida deje de cuestionarlo, pensé que quizás la razón por la que Amelle debía morir, era para yo conocer a Hanna. Quería creerlo, pero aquella tarde de negocios con el hombre que me crío me dejó claro muchas cosas.
-¿No te contó?- cuestionó el con una sonrisa divertida -Vaya, pense que seria menos listas. Bueno, te dire yo- se encogió de hombros levemente -. Después de todo, nuestra relación no tiene remedio alguno.
-¿Qué hiciste?
Su mirada fría y su sonrisa diabólicamente torcida me dio un escalofrío. Pero cuando lo escuche hablar de la mujer que trajo a Hanna al mundo, como le quito la vida. Cómo hizo que Leyna y el padre de Hanna se conocieran, y tuvieran a Dylan. El cómo hizo que Patrick se largará. Pero la peor de todas fue escucharlo decir:
-Luego Amelle, que mujer tan encantadora- sus ojos no se quitaban de los míos -. Pero, no podía dejar nada suelto, Hanna debía regresar a Nueva York. Alisa nació, Amelle quedó en coma, y la desconecte. Luego, ella apareció unos meses después.
-¡Eres un maldito bastardo!- me puse de pie -Y tu ambición es tan grande, que no te diste cuenta que la mujer a la que ayudaste, era Amelia su gemela- tenía ganas de tomarle el cuello y dejarlo sin aire -. Puedo jurarte por mi hija, que asi sea lo ultimo que haga, te fundiré en la cárcel.
Sin embargo, a medida que pasaban los meses todo se iba complicando. Hanna dejó de hablar conmigo, y solo se comunicaba para decirme sobre los avances del embarazo, pero cuando quería preguntarle otras cosas, solo no respondía. Y Amelia no dejaba de insistir.
-Soy Amelle, Derek- decía cuando abrí la puerta de la casa -. No se como comprobarlo, pero debes creerme- me siguió por la estancia -. ¿Qué debo hacer para qué me creas?
-¡Oh Dios mio!- la voz de abuela de mi hija, se ahogó en un sollozo -Amelia- susurro cuando de sus ojos brotaron lágrimas -. Pensé que te había perdido para siempre, no sabes cuanto he añorado este momento por años.
-¡Mamá, papá!- esa no era la mujer con la que me case -Pase años buscandolos, pensé que nunca los iba a encontrar- los tres se fundieron en un abrazo.
Luego de eso, no recibí más noticias suyas. Aún no le explicaba a nadie porque se hizo pasar por su gemela, pero espero que consiga la paz. Realmente lo esperaba.
La casa tuve que remodelarla. Y eso nos retuvo un mes en un departamento de los Ivanov, era cómodo, pero con la llegada del perrito de Alisa, que se llamada Azul, fue difícil adaptarse, pero lo logramos. Para cuando llegamos a la casa, habíamos logrado entrenarlo, y no destruia nada. Y lo más importante, no hacía sus necesidades dentro de la casa.
-Bueno- respondí la llamada al otro lado de la linea -. ¿Quien habla?- nadie decía absolutamente nada -Papá, si eres tú, puedes irte al mismísimo infierno.
-Te dije que la cuidaras- esa no era la voz de mi padre -. Que la hicieras feliz. Y me la encuentro en Venecia, sola- Hanna -. Y con tu padre amenazandola, esta apunto de dar a luz, ¿lo sabes?
-Lo sé- respondí -. Y lo intente, pero Hanna es terca y ese no es un secreto. Tomo sus cosas y se largo de la casa. He pasado meses intentando localizarla. ¿Hace cuanto la viste?
-Hace una hora exactamente, Derek- sonaba preocupado -. Me contó todo, yo mismo la deje en la mansión de los Khattab, es donde se hospeda. No muevas ni un dedo aún, no se si regresará.
-Patrick- se que en otra oportunidad, no tendría el valor de hacerlo -. Gracias, por decirme. Y preocuparte por ella, te debo una.
-No me debes nada- susurro -. Solo, no seas tan idiota como yo. Hanna vale la pena, los riesgos, todo- escuche los grito de una pequeña -. Esa es mi señal para entrar a la hora del té. Cuidala, y hazla feliz.
Mire el cuadro delante de mí. Y estaba orgulloso de lo que veía. Hanna estaba de medio costado, y mi pequeña delante de ella dándole un beso en el vientre, sobre ellas habian las sombras de dos angeles, uno más grande que el otro. Y detrás de Hanna estaba yo.
Me hubiera encantado vivir el embarazo con ella, como un día lo hice con Amelle. Y arreglar la habitación con Alisa no solo alegro a mi pequeña, sino a mi también. Ir de compras, con la ilusión de que Hanna regresé con nuestro hijo en algún momento, realmente me hizo ilusión, Y esperaba que a ella le encantara tanto como a mí todo esto.
-¡Papi!- yo salí de la habitación antes de que Alisa entrará -La tía Elizabeth, dice que me llevara a comer helado- yo la tomé en brazos -. Y promete que no me soltará en algún momento.
-Elizabeth, me llamo Patrick- sus ojos se tornaron preocupados -. Se la encontró, en Venecia. La encontró justo a tiempo, cuando nuestro progenitor, la amenazaba. No puedo dejar que la saques de esta casa.
-¿Quien vio a mami?- mi hermana, Gabo y yo miramos a Alisa -Mami esta en Venecia. Patrick es el papá de Abril, ¿verdad?
-¿Cómo sabes que Hanna está en Venecia?- pregunto Gabo -¿Y por qué no dijiste nada, Alisa? Puedes confiar en nosotros, contarnos lo que sea.
-Mami me dijo que se iría a Venecia con sus amigas Laila y Luz- se encogió de hombros con una sonrisa -. Ustedes nunca me preguntaron si sabía donde estaba.
Quería golpearme por no haberle preguntado a Alisa cualquier cosa. Es decir, el indicio que nos diera, nos pudo haber llevado con Hanna hace meses. Elizabeth la miraba boquiabierta, y no la culpaba, creo que nos dejó así a los tres. Creo que ninguno esperaba que ella tuviera esa respuesta.
-¡Azul!- exclamó mi pequeña -Bájame, papi. Jugaré con él en la estancia- yo la puse en el suelo y ella salió corriendo con el cachorro detrás de ella.
-Acabamos de quedar como idiotas delante de una niña de casi siete años- dijo Gabo antes de estallar en carcajadas -. Al parecer todo lo escucha, y todo lo entiende. No me sorprenderia que en unos meses, cuando debas explicar, cómo vienen los bebés, te de la explicación ella a ti.
-¿Y quien dijo que yo le diré?- cuestione -Que le diga Eliza, en caso de que no esté Hanna. Ni siquiera sé qué haré cuando se convierta en señorita.
Esa tarde me la pase pegado al celular por si recibía una llamada de ella. Intente llamar a Laila y Luz, pero ambos celulares estan fuera de servicio. Y Alek dijo que estaba en su departamento, sin saber qué hacer con una niña de cuatro años. Por lo que, le di unos consejos, y luego colgamos la llamada.
Por la mañana me desperté bien temprano, aunque, no dormí. Necesitaba escuchar de la misma Hanna que estaba bien. Y que mi padre no le había tocado ni un cabello. Realmente quería escucharlo. Hice café y veía el celular cada cinco minutos.
-Si quieres que llame solo debes decirlo- me volteo de inmediato -. Al menos de que esperés la llamada de alguien más, en ese caso. Quiero irme a dormir.
-¡Oh, por Dios!- susurre antes de dar grandes zancadas hasta ella y rodearla con mis brazos, ella me correspondió -Estas aquí, ¿estas bien? ¿te hizo mi padre? ¿quieres comer algo? ¿donde has estado?
-Esas son muchas preguntas- dijo ella con una sonrisa divertida -. Estoy bien. Y prefiero enfrentar a tu padre en un territorio que conozco. Que muy lejos en Italia. Además, si no volvia, irias hasta alla, sabia que Patrick te diria donde estaba.
-Te amo, te amo, te amo- por primera vez en meses uní mis labios con los de ella, y sus labios me corresponden de inmediato -. Los amo, a los dos- coloque una mano en su vientre bastante prominente, y mi pequeño no dejaba de moverse.
-¡Mami!- mi pequeña venia con el pequeño azul en brazos, Hanna la abrazo como pudo, ya que no podía cargarla -Azul, ella es mami- Hanna lo tomó de las manos de Alisa y lo acaricio.
-Estaremos bien. Pase lo que pase.
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El cielo a mi favor
RomanceCuenta una antigua leyenda que un día estaban la vida y la muerte en una habitación. A pesar de plantearlas como grandes enemigas. Realmente eran grandes amigas, algo que nadie se imaginaría, eran tan diferentes una de la otra. La vida era color...