"Gracias por ésta bella aventura, ahora te toca vivir una nueva. Te quiero, Ellie" -UP: una aventura de altura.
Abri los ojos lentamente y observe el lugar donde estaba.
Junto a mí dormía la mujer que se habia metido en el corazón de mi hija, y ahora en mi cabeza. Estaba dormida.
Era hermosa. Y se veía tan calmada que costaba pensar que hace solo unas horas había pensado en acabar con su vida.
¿Cómo un idiota pudo dejarla?
Era lo que cualquier hombre podía desear. Era una mujer que sólo necesitaba amor, sentir que no le hacía daño al mundo. Y sinceramente, yo estaba aterrado, pero porque ella dicidiera un día irse.
Se removió un poco y abrío los ojos lentamente. Tenía otra aura. Como si su ataque de ansiedad de hace unas horas no hubiera existido, casi puedo jurar que se veía radiante.
-Hola- saludo en un susurro cuando volteo a mirarme.
-Hola- salude con una pequeña sonrisa, sus mejillas se pusieron rojas inmediatamente.
-Yo...- negué levemente ante su intento de decir algo.
-Esta bien, tranquila- ella negó levemente -. Hann, yo también he tenido esos ataques, pero siempre está alguien que me detiene. Cuenta conmigo, Hanna. Quiero que me veas como alguien con quien puedes contar. No estás sola.
-Tengo miedo- confesó cuando una lágrima rodo por su mejilla -. No quiero lastimarlos.
-No lo harás.- le asegure -Te ayudare, saldrás este abismo que te atormenta.
Unas pisadas corriendo por el pasillo alertaron a Hanna. Y fue la primera en colocarse de pie. Corrió a la puerta y la cerró con llave. La observo desde la cama.
-¿Qué ves?- me cuestiono, alcé una ceja, ella miró su cuerpo y noto su desnudez -¡Oh mierdas!
-¡Hanna!- me coloco de pie de inmediato ante la voz de mi pequeña diablilla -¡Hanna!
-Vístete- susurro Hanna tomando el albornoz negro que reposaba en su sillón.
Tomó mis cosas y entró al sanitario. Mientras Hanna corría a la cama para arreglarla. Escuche la perilla sonar indicando que mi hija ya estaba en la puerta. Me comencé a vestir lo más rápido que pude.
-¡Hanna!- grito mi pequeña -¡Por favor, Hanna!
-Dame un momento luciérnaga- pidió Hanna mirando a los lados y antes de abrir me miro.
Soltó un suspiro. Se acercó a la puerta y abrió. Mi pequeña Alisa salto sobre ella inmediatamente, tenía pequeñas lágrimas en sus ojitos.
-No llores, mi amor- pidió ella acercándose al sillón, la sento en sus piernas y le limpio las mejillas.
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El cielo a mi favor
RomanceCuenta una antigua leyenda que un día estaban la vida y la muerte en una habitación. A pesar de plantearlas como grandes enemigas. Realmente eran grandes amigas, algo que nadie se imaginaría, eran tan diferentes una de la otra. La vida era color...