“El pasado puede doler, pero tal como yo lo veo, puedes huir de él o aprender” —Rafiki, El Rey León.
–¿Qué se supone que estamos buscando?– pregunto Derek mientras revisaba la mesita de noche de la izquierda y yo el de la derecha.
Esa era una buena pregunta. ¿Qué carajos estábamos buscando? Porque yo no tenía ni la menor idea de que buscábamos. Pero sabía que fuera lo que fuera estaba en esa habitación.
–No lo se– dijo deteniendome por un momento –. Y ahora que lo pienso, esto es ridículo.
–Claro que no lo es– respondió él dejando de buscar para mirarme.
–Derek, no podemos buscar algo que no sabemos si existe– él se puso de pie, rodeo la cama y se sentó a mi lado.
–Si existe. No creo que ese sueñor te vaya a buscar, darte sus datos, solo para mentirte– yo solté un suspiro y recosté mi cabeza en su hombro.
–Pero no se si Leyna lo tenía aquí, o lo dejo con otra persona– apunte mirando el montón de cajas que faltaban por revisar –. Y nos faltan muchas cajas por revisar.
–Sea lo que sea, lo encontraremos, Hanna– en ese momento vislumbre un color naranja de fondo.
–Naranja– dije colocandome de pie rápidamente –. Ayúdame a quitar estas cajas.
–¿Qué sucede?– pregunto él confundido, sin embargo comenzó a mover cajas conmigo.
–Ya, ya– pedí cuando la observe, la saque del rincón –. Que tonta, claro que tiene que ser naranja.
–¿Me explica?– pregunto más confundido que al principio.
–El color favorito de mi madre, naranja.– dije yo –. La última vez que hablé con Leyna, dijo que había guardo las cosas de mis padres en una caja, y que las cajas de mi madre eran naranjas. Le pregunté la razón por la que me lo decia, y dijo que había algo importante que debía decirme en persona, así que acordamos vernos el día siguiente, pero no alcanzó. Se suponia que ella tomaría un avión de Nueva York a Los Angeles, y no pudo. La llamé muchísimas veces, y después me llamaron para decirme que había muerto.
–¿No te dijeron quien la encontró?– pregunto él cuando coloque la caja sobre la cama.
–No, pero supongo que sería un amigo de ella. En el funeral nadie dijo nada, supongo que por respeto.
–La encontró Alisa– deje la caja para mirarlo –. Se me escapó de la casa, ella iba a ir con Elizabeth a pasar el fin de semana, pero ella decia que tenia que ver a Leyna antes de irse, en el momento que fui por unas cosas de ella al sanitario, se fue. La busque por la casa y no la encontré, así que fui al jardín, porque Leyna me había dicho que se iba a Los Angeles, a visitarte. Pero la puerta estaba abierta, supuse que aún estaba ahi o que su vuelo se retraso. Pero ella estaba recostada en el sillón del salón familiar, y Alisa intentaba despertarla, sus labios estaban morados. Me di cuenta que estaba muerta al instante.
–Eso, eso no me lo contaron– susurré de inmediato –. Es decir, no me importaba quien la encontró, solo que había perdido a alguien más, y ahora estaba sola.
–Le dije a Alisa que Leyna estaba muy cansada, y que por eso no despertaba. Llame a 911 y les informe la situación, enviaron a forenses y la policía. Trajeron un psicólogo y le hicieron preguntas a Alisa, unas a mi confirmaron nuestra cuartada.
–¿Por qué no me contaste antes?– le pregunte sentándome en la cama.
–No lo se, no quería seguir recordandote esto. Pero ahora que el hombre mencionó que ella tenía algo importante, y tú dices que Leyna debía ir hablar contigo.– se encogió de hombros –Hay cosas que no me cuadran.
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El cielo a mi favor
RomanceCuenta una antigua leyenda que un día estaban la vida y la muerte en una habitación. A pesar de plantearlas como grandes enemigas. Realmente eran grandes amigas, algo que nadie se imaginaría, eran tan diferentes una de la otra. La vida era color...