Capítulo 23

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"Renace después de cada tormenta, se majestuoso como un ave Fénix, florece como ese pequeño brote de tú orquídea favorita, sobre todo triunfa que naciste para ser grande y sobre todo para ser feliz" -Nataly Taffur

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"Renace después de cada tormenta, se majestuoso como un ave Fénix, florece como ese pequeño brote de tú orquídea favorita, sobre todo triunfa que naciste para ser grande y sobre todo para ser feliz" -Nataly Taffur.

Él lugar era muy lindo. Y moderno. Pero eso no le quitaba lo hogareño.

Habían pasado muchos desde que había salido con alguien en una cita. Después de Patrick no hubo más nadie. Y la última vez que salí con él eb una cita tenía ocho meses de embarazo, un día antes de que Abril naciera.

Derek hablaba con la encargada del lugar. Llamenme loca, pero esa mujer lo miraba como un león a su presa.

-Hanna ven- llamó él con una pequeña sonrisa, yo caminé con cautela a él.

-¿Sucede algo?- pregunte tomando su mano cuando me la extendió.

-Ya nos van a ubicar en la mesa. Vamos a la parte de arriba, está vacío. El dueño es mi amigo.

Yo asentí levemente. La mujer me sonrió con falsedad inmediata, yo le regrese la sonrisa de igual manera. Nos guió por la escalera que tenía en ella una cuerda de terciopelo que decía 'Zona privada'. Me gustaba la idea de solo Derek y yo, sin la rubia detrás de nosotros.

El lugar estaba solo. Había un bar donde estaba un barman preparando tragos, habían mesas altas sin sillas que estaban solas. La pista de baile era lo primero que veías al llegar. Y debías bajar unas escaleras para ver las mesas con sillones. Era como la inversa. Es decir mayormente alrededor de la pista de baile estaban las mesas, en este lugar la pista de baile rodeaba las mesas que quedaban como en un hueco en el medio. Era inusual pero lindo.

Donde estaban las mesas había solo una iluminada por velas. Y un sencillo centro de mesa.

-Esta es su mesa- anunció la rubia -. El lugar fue apartado solo para ustedes. Enviaré a un mozo quien los atenderá.

-Gracias- dijo Derek sin mirarla ya que su atención estaba centrada extrañamente en mi.

Cuando la mujer se fue tomamos asiento en el sillón uno junto al otro. Y el mozo no tardó en llegar, así que pedimos la recomendación del chef.

Estuvimos hablando un poco, quizás más de lo que habíamos hablado durante esas noches en vela después de tener sexo. Él me dejó conocer partes de él que no conocía y yo igual.

...

-¿Entonces te creías la mujer maravilla?- me cuestiono entre risas ante mi anécdota de la infancia.

-No puedo creer que te lo conté- dije riéndome con él -. Era solo una niña, y mi papá me compró el disfraz. Y ¡Oye! Si esa mujer podía saltar y no pasarle nada, que yo lo hiciera era lo mismo.

-Pobre de tu padre, seguro casi lo matas de un infarto- yo hice una mueca de más o menos y volvió a carcajearse

-Que malo, no te rías- él lo hizo con más ganas y yo con él -. Esta bien, esta bien, pero nunca había visto a un hombre hacer maromas como mi padre en el momento en el que dije '¡Soy la mujer maravilla' ese hombre literalmente parecía Flash de lo rápido que reaccionó. Es más Flash se quedó pendejo delante de mí padre.

El cielo a mi favor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora