Capítulo 46

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“... Y mientras todo el mundo creía que florecía, ella estaba inundada de otoños por dentro” —Ron Israel

—Pasa, Clarissa— dije abriendo la puerta de la casa —. Anda, a la cocina con Hanna, mi amor.

—¿Por qué, papi?— preguntó ella frunciendo el ceño —La dejaste venir porque me dejarías convivir con ella.

—No es tan fácil, luciérnaga— intervino Hanna —. Mira, así como debes pedirle permiso a papá para salir, él debe pedir permiso para que tu puedas ver a la señora.

—¿Pero si puedo hacerlo hoy?— yo solté un suspiro —Digo, la hicimos venir hasta acá.

—¿Qué te parece si vas con Hanna a la cocina? Están recogiendo la mudanza, yo te diré si me conceden el permiso.

Ella se fue con Hanna, realmente la casa se veía desolada. Decidí traerla a la casa vieja, porque no quiero que tenga mi dirección nueva. Llevaría a Alisa a donde ella quisiera, pero no le daré mi dirección.

—Lamento el desorden, nos estamos mudando—dije ingresamos a la estancia —. Tome asiento.

—¿Es tu pareja?— preguntó ella cuando tomó asiento —Se que no es de mi incumbencia tu vida, Derek. Pero puedo ver como se miran, esta embarazada y Alisa le tiene mucho cariño.

—Es mi pareja— respondí con franqueza —. Mira, Clarissa, yo ame a tu hija con toda mi alma. Y no tienes idea de lo mal que la pasé cuando nos esteramos del embarazo, yo le pedí que coloca su vida como prioridad, pero ella no quiso. Yo la ame, más de lo que cualquiera pudiera imaginar. Pero como ella una vez me dijo: tu eres el amor de mi vida, yo soy un amor pasajero en la tuya.

—Se que ella te amo— susurro ella bajando la cabeza —. Renunció a todo por ti. Y se que estaría feliz. Haz criado a una niña muy hermosa. Y bastante disciplinada.

—Bueno, la disciplina mejoro el último año, Hanna de volvió fundamental para Alisa— respondí con una sonrisa —. Se que Amelle donde sea que este, esta feliz. Después de todo, fue lo que ella me pidió.

—¿La extrañas?— su pregunta me tomó por sorpresa.

Digo, desde que Hanna apareció no me había detenido a pensar en lo que hubiera pasado si Amelle viviera y Hanna hubiera aparecido en nuestras vidas. No estoy seguro si todo esto con Hanna hubiera ocurrido. Y la verdad es que ya no recuerdo tanto a Amelle como lo hacía, es decir, antes podía pasar todo el día recordándola, ahora lo hago una o dos veces al dia.

Y no porque no la olvidara. Sino que mi vida tomo más sentido ahora. Y eso definitivamente es lo que más había querido desde que ella partió.

—Si, si lo hago— respondí —. Amelle fue muy importante para mí. Y daria lo que fuera porque ella estuviera aquí, con nuestra hija.

—¿La amas aún?— yo frunci el ceño levemente.

—¿Por qué tantas preguntas?— le pregunté —Hace unas semanas llegó a mi casa con un montón de abogados. Y para ser sinceros, si esto es uno de sus trucos, le informo que la juez está al tanto de todo.

—Mira, no quiro separarte de la niña, estoy segura que Alisa ni Amelle me lo oerdonarian, nunca— ella soltó un suspiro —. Solo pregunto, porque no puedes amar a dos personas a la vez.

—Yo amaba a su hija— sentencie de inmediato —. Con todo mi corazón, y nada me hubiera hecho más feliz, que verla criar a Alisa. Pero aprendí que la vida tiene planes diferentes a los míos, y eso esta bien. Debo aceptarlo, y eso hice. La ame, y siempre la amaré, me dio el regalo más hermoso de la vida, y estare agradecido, siempre. Pero debo rehacer mi vida, en serio, tengo que hacerlo.

Ella solo asintió levemente. Yo saqué mi celular del bolsillo para llamar a Rogert he informarle la situación que teníamos aquí. La verdad era, que yo podría meterme en un problema legal si dejaba que Alisa hablara con ella.

—¿Entonces la tienes delante de ti?— cuestiono él —Déjame llamar a la juez y plantearle la situación. Dame solo cinco minutos, no cortes.

La mujer delante de mi miraba su alrededor intentando disimular su incomodidad. Yo miraba mi reloj cada tanto esperando que Rogert dijera algo para poder solucionar esto cuanto antes.

En ese momento la puerta de la casa fue tocada, y era algo sumamente extraño, porque se suponía que todos sabían que nosotros nos mudabamos hoy. Yo le pedí un momento a la madre de Amelle, y cuando abrí la puerta no estaba nadie, sin embargo antes de cerrar la puerta note una caja negra en la puerta. La tomé con mi mano libre. Y cerré la puerta de la casa. La abrí.

—¿Qué carajos?— era un disco con una nota en ella.

“Mantente lejos de los White, perra”

Cerré la caja rápidamente. Y mire a la puerta otra vez para ver si nota algo más. Pero no había nada.

—¿Derek?— yo miraba la caja, tenía una rosa dentro —¿sigues ahí? ¿Derek?

—Si, lo siento— susurre —. ¿Me decías?

—¿Estas bien?— cuestiono el preocupada —¿Qué sucedió? ¿Están bien?

—Estamos bien— asegure —. Tal vez sea bueno que nos reunamos todos en tu oficina, con todos digo Hanna, los White y nosotros dos.

—¿Qué sucedió, Derek?— yo mire a la señora sentada en la estancia.

—Un problema a la vez— asegure mirando esta vez a la cocina —¿Qué dijo la juez?

—Tu hermana te asesinara— aseguró él —. Puede hablar con ella, pero quiere que grabes todo.

—Estoy de acuerdo— asegure mirando el reloj —. Bien, activare las cámaras. Nos vemos luego.

Fui a la cocina y dejé la caja en la encimera. La mujer junto a mi hija, y esta me miraban con curiosidad. Yo les dedique una sonrisa para quitar la tensión. Ingrese al sistema de seguridad de cámaras en mi celular, y active las cámaras rápidamente. En ese momento note que la de pórtico estaba encendida.

—Perfecto— susurre abriendo la cámara, retrocedí.

Un coche negro se detuvo delante de la casa, y de él bajo un hombre, pero no se le veía el rostro, sabía perfectamente donde estaba la cámara. Estaba seguro que llevaban semanas vigilandonos. Ambas mujeres me veían.

—Muy bien, hable con Rogert— les dije —. Puedes ir con tu abuela, pero con nosotros en un lado. Y luego hablaras con Gabo.

Ella sonrió ampliamente, se bajo del taburete y tomó un vaso de jugo con una plato de galletas. Y salió de la cocina.

—¿Qué hay en la caja?— yo la mire y negué levemente —¿quién dejo eso?

—Lo hablaremos luego ¿bien?— ella asintió levemente y se levantó del taburete.

Ambos alcanzamos a Alisa quien iba entrando a la estancia. Clarissa se coloco de pie rápidamente, mi hija le extendió el jugo y las galletas.

Creo que una de las cosas que admirare siempre de los niños, es que en sus corazones no puden albergar ni un solo sentimiento malo. Sus corazones son puros. Somos nosotros los llenamos sus cabezas de ideas que nosotros creemos correctas.

—Eres idéntica a tu madre— ella se arrodillo a la altura de mi hija —. Tú cabello es castaño, pero eres idéntica.

—Lamento mucho ser la razón por la que usted perdió a mi mami— antes de que yo pudiera hablar, Hanna tomó mi mano para evitar cualquier movimiento que yo hiciera.

—No fue tu culpa— pasó un mechón de cabello detrás de la oreja de mi hija y le sonrió —. Jamás será tu culpa. Tu madre era lo suficientemente grande para saber lo que hacía, y su muerte te dio la vida, eso es maravilloso, Alisa.

—Yo la amo, y la extraño— ella no pudo evitar las lágrimas y abrazo a mi pequeña quien le correspondió el abrazo.

—Gracias— susurro mirandome a mi directamente yo asentí.

Creo que mientras yo colocaba en orden la vida de Alisa. Hanna y yo nunca notamos el montón de problemas que teníamos encima.

Creo que antes de poder sonreír debíamos llorar un poco.

El cielo a mi favor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora