"Mereces a alguien que entienda que eres una única oportunidad en su vida. Qué la posibilidad de perderte le de miedo, que sienta que contigo se saco la lotería. Que te presuma con todo el mundo y que sepa que no eres ninguna puta opinión. Eso mereces, ni más, ni menos" -SATURN (pag. De Facebook)
¿Donde diablos había salido aquel imbecil?
Sinceramente no entendía como alguien podía dañar a una persona tan delicada como Hanna. Ella tenía ese aire de inocencia, que la hacía ver como una muñeca de porcelana a la cual no debería dañar jamás.
Verla en aquella situación fue horrible. Porque es cierto, yo perdí a Amelle, pero Hanna a perdido a todos las personas que a amado, y eso era horrible. Por casi seis años sentí que yo era fuerte, porque a pesar de perder a la mujer de mi vida, seguía de pie.
Y ahora notaba que eso no era cierto. Yo no era fuerte. Ni siquiera me habían destrozado.
A ella si. Aún cuando a tenido tanta mierda en el mundo, ella seguía ahí con una sonrisa en la cara y ese aura de inocencia que la reflejaba. Yo era un cobarde, ella era un guerrera. Y le iba a demostrar que el mundo era de colores. Hanna Meller era una luz entre tanta oscuridad.
La sacaría de aquella depresión en la que se metió. Porque no entraba luz, cuando ella era suficiente para brillar.
-¡Papi, papi!- gritaba mi pequeña saltando en la cama -Quiero ir con Hanna, quiero ponerme mi vestido.
-Mi amor, aun faltan horas para el baile- le dije tomándola en brazos, ella hizo un puchero -. ¿Qué tal si esperamos a tú tía?
-No, papi- negó ella -. Quiero ir con Hanna- yo suspiré con frustración.
Alisa era igual a Amelle, no solo en físico, sino también en actitud. Cuando se les mete algo entre ceja y ceja no hay quien se los saque. Y tenía la impresión de que mi sensual vecina era igual.
-¿Y si te das una ducha?- ella se cruzo de brazos, si no la llevaba se escaparía de cualquier forma -Bien, vamos a ir.
Ella se removió entre mis brazos para que la bajara y eso hice. La dejé en el suelo y me obligue a seguirla mientras ella corría en dirección al pasillo para salir por la puerta trasera. La seguí a mi paso, pero cuando yo a penas cerraba la puerta trasera mi pequeña ya iba a mitad del jardín.
-¡Mami Hanna!- escuche el grito de mi pequeña mientras llegaba a la puerta.
Esas palabras me llenaba de sentimiento. Mi pequeña no le decía a nadie 'Mamá' ó 'mami' para ella solo la mujer que lo merecería seria llamada así. Según ella. Intente que le dijera mami a mi hermana, pero fue misión fallida. Así que no hay de otra que seguir la corriente.
-¡Mi pequeña luciérnaga!- la mujer que últimamente invadía mis pensamientos tomó a mi niña en brazos.
-Papi me dejó venir- le dio un beso en la mejilla -. Te extrañaba mucho- Hanna le regreso el beso.
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El cielo a mi favor
RomanceCuenta una antigua leyenda que un día estaban la vida y la muerte en una habitación. A pesar de plantearlas como grandes enemigas. Realmente eran grandes amigas, algo que nadie se imaginaría, eran tan diferentes una de la otra. La vida era color...