11.

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—Buenos días hermosa, ¿cómo dormiste?

—Bien, bien, gracias —dije un poco seca—. ¿Y esto?

—Es nuestro desayuno, digo espero que me haya quedado tan bien como cuando tu cocinas.

—De seguro lo hiciste bien.

Alfonso me miro extrañado, estaba tajante y se podía decir que un poco seca con él. Después de todo lo que había pasado horas antes, no le pareció mi reacción.

—Jess, ¿estás bien?

—Sí, si, solo que algo cansada, debe de ser por el embarazo...

—¿Segura?

—¿Por qué la pregunta? —dije a la defensiva.

—No sé, solo una pregunta —notaba que Alfonso se estaba dando cuenta de que de verdad tenía algo, pero no sabía que contestarle, es que realmente no quería sacar a tema su últimas palabras, tenía miedo de pronunciarlas de nuevo y que Alfonso también en algún momento se me fuera—. Es mejor que desayunemos, después tenemos que ir a trabajar.

Baje de mi nube y trate de estar lo más relajada y bien como siempre con él, no era el momento de esta platica.

—Si, es lo mejor, además esto huele riquísimo. ¿Seguro que no tomaste algunas clases de cocina?

—Bueno, he estado aprendiendo de la mejor maestra.

Alfonso me dio un beso y me sirvió el desayuno, unas ricas crepas de nutella, que eran de los pocos antojos que no me daban solo por el embarazo, Alfonso me comenzaba a hacer platica del restaurante y del ecosonograma del día anterior, casi extendía el tema con la necesidad de que no sacara el otro, pero llegó el momento en el que ya no pude contener su plática más y salió la pregunta tan dolorosa.

—Jess,¿te puedo hacer una pregunta?

Yo carraspee un poco.

—Sí, dime, ¿qué pasa?

—¿Escuchaste lo último que te dije anoche?

Era obvio que lo había escuchado, pero no quería hacerlo sentir mal.

—No amor,  ¿me dijiste algo importante?

—Pues sí, de hecho antes de aquello tan maravilloso lo dije y no me contestaste.

—¿Qué no te contesté?

—Jess, no puedes decirme que no escuchaste lo que te dije desde el fondo de mi alma, te dije que te amo y tú no me respondiste.

—¿Yo? Es que no me había dado cuenta y bueno, el segundo no lo escuche.

—Bueno, pero ahora te lo digo. ¡Te amo Jess!

Al escuchar de nuevo sus palabras hicieron que todo en mi mundo se moviera, lo había vuelto a decir como él había dicho, desde el fondo de su alma y con todo el amor que me lo pudieran dar, pero de nuevo mi contestación no podía salir como yo quisiera. Alfonso vio que me tardé en contestar y elevó mi rostro, no estaba preparada decirle lo mismo me costaba, pero ¿Por qué me costaba hacerlo si ya me había entregado a él? No

—Jess, ¿me escuchaste?

—Sí, si Alfonso te escuché.

—¿Y qué tienes que decirme?

Alfonso esperaba que yo le dijera que yo igual, pero no me salían aquellas palabras, no las había pronunciado para alguien que no fuera Edgar.

—Alfonso yo...

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora