16.

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Después de aquel día todo estuvo muy relajado y tranquilo, todo como se supone que debía de ser en nuestras vidas, mi embarazo seguía progresando. Las siguientes 2 semanas todo fue maravilloso, cada momento y progreso en la relación era increíble. Algo que me hacía sentir especial, importante, valorada.


Habíamos llegado ya al restaurante, y a medio tarde vino Alfonso algo preocupado.

—¿Qué pasa amor? ¿Por qué esa cara?

—Viene en modo infiltrado, uno de los peores críticos y de los más reconocidos aquí.

—¿Cómo? pero ¿Qué no se supone que deben de avisar?

—Pues en este momento no sé, pero me queda claro que de lo que diga va a hundir o ayudar al restaurante.

Alfonso estaba demasiado asustado y hasta podría decir que estresado, así que no supe que más hacer.

—A ver Alfonso, tranquilízate, los clientes regresan aquí por las especialidades, regresan por los buenos platillos y el servicio que les damos, solo hay que hacer lo mismo que siempre, pero con una pequeña variante.

—¿Cuál?

—Tú me vas a ayudar a la cocina, Gerardo, Fabián, ustedes que escucharon todo esto, vayan con el crítico, pero que no sepa o sienta que le estamos dando un trato preferencial, sean corteses, ofrézcanle de los mejores vinos y el menú del día, nosotros lo tendremos en un momento.

—¿Qué pretendes hacer? —preguntó Alfonso algo nervioso todavía, sabía que se había puesto así porque ese fue uno de los críticos que obligó a su socio a irse a la ciudad de Monterrey para cuidarlo más, ya que había dado mala critica de ese restaurante, y para que no repercutiera en la cadena, Juan se tuvo que ir a Monterrey y Alfonso venirse aquí.

—No Amor, que vamos, si el crítico sabe que te estas metiendo en la cocina, va a ser bueno, va a dar buena crítica, así que tú y yo vamos a preparar esa comida que el otro día tanto te encantó y que además es nuestra especialidad.

—¿Hablas del que hiciste para Maite y para mí? —yo le asentí—. Me parece muy bien, porque es uno de los más deliciosos platillos que he comido, y con historia —Alfonso me miró, yo le sonreí y le aventé una filipina para que comenzáramos a cocinar.

Comencé a sacar todos los ingredientes para preparar aquel platillo, los demás siguieron con los demás pedidos, mientras Alfonso y yo estábamos con el especial para el crítico, él seguía nervioso y en cuanto dejó todo en la mesa para poder seguir cocinando, yo lo tomé de la mano, y le pedí que me viera.

—Amor... Alfonso mírame, yo sé que la persona que está allá afuera nos puede cambiar un tanto o mucho las cosas en el restaurante, pero tu nerviosismo no va a ayudar en mucho, quiero que me veas yo estoy tranquila y quiero que estés así tú también, todo va a salir bien.

Alfonso solamente me veía y me asentía, al final me dio un fuerte abrazo y beso, con el que me hizo comprobar que ya estaba más calmado, así que seguimos con la comida, Risoto de parmesano con salmón a la parrilla, receta, si, de Edgar.

Al cocinar no me venía otra cosa a la cabeza que Edgar, cuando lo hacía y después aprendí a hacerlo por él, pero minutos después eso fue reemplazado por la cara de Alfonso algo preocupada, pero sobretodo con amor de hacer la comida que él había comido antes, pero no exactamente hecha por mí, hasta en eso coincidíamos Alfonso y yo, habíamos amado ese Risoto que otras personas nos habían hecho.

Alfonso estaba muy cooperativo, y con el amor que estábamos haciendo el Risoto, la respuesta del crítico fue la que esperábamos, al Gerardo llevarle la comida, dijo que puso buena cara del platillo, sobretodo, porque era un plato, no muy común. Después de probar un poco, de beber algo de vino, y de todos esperar a que Gerardo nos dijera algo que haya dicho el crítico, veía a Gerardo y veía la cara de Alfonso, y me ponía algo nerviosa, así que me atreví a preguntarle directamente que era lo que había dicho.

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora