24.

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La luz comenzaba a entrar a nuestra habitación, una bella mañana después de una bella noche, me desperté y traté de no mover a Alfonso mucho ya que estaba abrazado a mí. Vi el reloj... 7:40 todavía no era hora de levantarlo. Me puse mi bata y por costumbre fui al baño, después pasé a la cocina a tomar un poco de agua. Salí y me fui por rara razón a la terraza, era temprano y apenas estaba amaneciendo, tomé unos sorbos de agua y después entré, pasé por la sala y me encontré con varios sobres en la mesa de centro, los tomé y me senté a checarlos, yo estaba esperando uno del INE, ya que me había retrasado demasiado en pedir una nueva identificación por el cambio de domicilio, así que esperaba la notificación para ir a recogerla, pero no me encontré con el sobre que esperaba, sino con uno que me sacó demasiado de onda.

—¿Maite? ¿Porque ella le enviaría una carta a Alfonso?

Bueno, no me sorprendió, tanto, tanto, yo sabía que ellos eran amigos, yo misma les había preparado la cena una vez, pero ¿mandarle cartas? Ella..., ¿Ella sabrá de lo nuestro?

Con un poco de miedo, pero sobretodo de intriga, abrí aquel sobre me sentía culpable, sabía que eso no sé hacía, era algo para Alfonso, pero es que viniendo de Maite, todo me ponía nerviosa. Al abrirlo para mi sorpresa me encontré con varias fotos y una nota que decía;


"Me encontré con estas fotos mientras buscaba algo entre mi baúl de recuerdos, espero que te saquen una sonrisa como a mí. Aunque me gusta ser tú amiga, disfrutaba más cuando eras mi novio, pero sabes que siempre de una u otra manera, te querré. Disfruta de las fotos"

Maite J.


—¿Qué es esto? —fue lo único que pude decir, ellos... ¿ellos fueron novios?

¿Por qué Alfonso no me lo dijo? No es solo "historia", es mi cuñada, y no la mejor en ese ámbito. ¿Cómo Alfonso no me comentó algo así?

Bueno, él sabía que Maite siempre fue una metiche en mi relación con Edgar y que esperaba que hubiera el mínimo contacto y que no hiciera lo mismo entre nosotros, como lo hizo entre Edgar y yo y mucho menos que se enterara de mi embarazo, pero después de aquella historia, ¿porque no decirme que entre ellos hubo algo y yo prepararme?

Estaba demasiado, demasiado confundida, pero no quería pedirle explicaciones a Alfonso, a pesar de todo, algo no me parecía bien ante aquella carta y fotos, sentí como si lo hubiera hecho mal intencionadamente. Estaba preocupada, un poco estresada y hasta enojada, pero por ese momento y por todo lo que había pasado el día y la noche anterior, preferí no tomarle importancia a esa pequeñez, Alfonso me amaba y al bebé que llevaba dentro de mí, ¿qué más podía pedir?

Tomé las otras cartas, las puse en el lugar de la correspondencia y tomé todo lo que venía en el sobre y lo metí en mi bolsa. La cerré intentando olvidar lo que había visto y me dirigí a la recámara.

Alfonso seguía dormido, así que sin hacer ruido me metí de nuevo en la cama y lo abracé, dormité otros 15 o 20 minutos hasta que Alfonso, volteo para que quedáramos cara a cara.

—¡Buenos días! —me dijo él todavía un poco dormido.

—Buenos días Jefe —él río y sonrió—.  ¿Cómo durmió?

— A comparación de todo lo bello que pasó anoche, digamos que no dormí tan mal.

—Siempre tan bello tú. Pero es algo tarde, deberíamos de preparar algo para desayunar.

Hice intento de pararme, pero Alfonso me tomó y con cuidado me regresó a la cama.

—¿Tarde? ¿Para qué?

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora