26.

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Desperté sintiéndome mucho más liviana que el día anterior, me voltee y Alfonso me dio un beso de buenos días.

—¿Cómo dormiste? —me preguntó él.

—Muy bien, por suerte ¿y tú?

—Muy bien, abrazado a ti.

—¿En serio? ¿No duermes incomodo? Digo, yo sé que duermo bien, pero... —él me dio otro beso.

—Duermo muy bien abrazado a ti y sintiendo a mi hijo en tu bella pancita.

—Eres tan cursi —le dije yo riendo.

—Tú también, y creo que pronto lo serás más —le esbozo una sonrisa y le doy otro beso, él se paró, caminó pero yo lo detuve.

—¿A dónde vas?

—Por tú desayuno.

—No, hoy no lo quiero en la cama, quiero bajar contigo, además está tú mamá, sería una grosería no desayunar con ella.

—No creo que ella se moleste, pero si insistes, relájate, despierta completamente, yo voy preparando todo.

—Podría aceptar, pero me tienes que dejar hacer la comida.

—No Jess, eso no.

—Amor, por favor, no me va a pasar nada con que cocine, solo por hoy ¿sí?

Lo vi, tratando de ponerle una cara de indulgencia, para que aceptara, y al final lo logré.

—Solo por hoy.

Le di un beso y me dejó para que me levantara tranquilamente, lo hice, me bañé, me vestí y me bajé con cuidado, Alfonso estaba en la cocina, Silvia poniendo la mesa y Rebeca ayudando a subir todo a la recamara del bebé. Cuando me vio Alfonso, se acercó y me ayudó a bajar los últimos escalones, me llevó a la mesa, Rebeca se unió a mí, me saludó y comenzamos a platicar.

—Pero pueden quedarse aquí.

—Lo mismo dice mi hijo, pero no creo que sea bueno, ustedes necesitan privacidad, y nosotros somos muchos, creo que un hotel será mejor.

—La oferta está hecha, si aceptan, nos daría mucho gusto que estén aquí, es fin de semana y bueno, sería agradable tenerlos aquí.

Rebeca solo me miró y sonrió, después Alfonso y Silvia nos trajeron el desayuno y luego de servir, ella desapareció, probamos un poco de los deliciosos chilaquiles que había hecho Alfonso, creo que esa era una de sus especialidades, ya que me contó que en España no era algo que comieran y tuvo que aprender a hacerlos para no quedarse con las ganas en más de una ocasión. De pronto hablando Alfonso me recordó algo.

—No quiero, pero Rafael y Diana cuentan con nosotros.

—Amor, está bien, este niño puede resistir un día más, de eso me encargo yo —él me sonrió.

—Está bien, pero nos vamos a ir y vas a estar con mucho cuidado amor —Rebeca me miró.

—Ves Jess, es lo mejor que nosotros nos vayamos, como hoy, ustedes necesitan privacidad, así que, en cuanto llegue mi marido y mi hijo, me voy.

Yo negué, pero no dije más Alfonso me había comentado cómo es que era su mamá con esas situaciones, sabía que no la iba a convencer.

Un rato más tarde, ya que casi era hora de comer, comenzó el movimiento en ese departamento, Alfonso y Rebeca acomodaron todo en el cuarto del pequeño, yo estaba cocinando la comida, algo que me hizo feliz, casi por terminar alguien tocó a la puerta, le dije a Silvia que yo iría y al abrir me topé con otra sorpresa, habían llegado el papá y hermano de Alfonso que me recibieron con un gran abrazo y bendiciendo a mi bebé; Alfonso escuchó alboroto y bajó fue con ellos y los saludo, algo serio para mi gusto, aunque bueno, como hombre lo justifico, y luego de las presentaciones debidas, los llevó al comedor, yo terminé la comida y Silvia dijo que ella serviría, así que me senté a escuchar la plática y participar un poco en ella. Al verlos platicar tan tranquilamente, me di cuenta que Alfonso estaba nervioso, y aunque él no lo notó, le dijo a su papá varias veces que esperaba ser tan buen padre, como es él, su papá al principio se mostró algo serio, pero comprensivo con su hijo, ahí me di cuenta de cuanto Alfonso lo quería y le tenía respeto, igual Martín a él, y como no, él lo imponía, su expresión corporal decía mucho y no pude dejar de mirarlo, alto, esbelto, cabello castaño aunque mostraba algunas canas apenas por salir, rasgos, increíblemente parecidos a los de Alfonso, a pesar de que lo vi en ropa casual, él estaba muy prolijo, y arreglado; entre la plática, pude notar que su tono de voz era parecido, al de Alfonso y cuando reían juntos parecían una sola persona, en cambio, Marco, el hermano de Alfonso, supongo que por ser el más chico, fue el más relajado en la plática, aunque mostraba caballerosidad y buenos modales, esa tranquilidad de palabra y un poco de despreocupo eran lo que estaban haciendo la plática más amena. Aunque entre palabra y palabra me di cuenta que la necedad, venía de familia, y el hablar de enfermedades o cosas por el estilo, no eran parte de sus conversaciones habituales.

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora