23.

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Los días pasaban y todo marchaba con tranquilidad, trabajo, amigos, cenas románticas, él y yo; me sentía demasiado feliz a su lado, era como si no pudiera dejar de sonreír, ya lo hacía hasta de forma automática solo con verlo y despertar a su lado.

—Necesito que esté todo listo por hoy, ya no puedo dejar pasa más tiempo, después de esto, en unos días más hacemos lo otro, ¿te parece Rafael?

—Sí, sí por mi está bien, Diana está planeando cosas, además está muy contenta de trabajar contigo como tu asistente, aparte de ayudarte con parte de la sorpresa, ahora tiene con qué entretenerse en lo que yo trabajo, y no sabes que animada está.

—Me lo imagino y créeme que es demasiado eficiente, ahora ya no se me olvidan mis juntas, ya tengo quien me lo recuerde.

—Diana es lo que necesitabas, te lo dije. —él sonrió—  Bueno, entonces ya quedamos, nos vemos a las 6 en tu departamento para arreglar todo antes de que llegue Jess.

—Sí, nos vemos, yo seguiré trabajando, hasta la tarde.

Alfonso colgó y siguió trabajando y como 20 minutos antes de las 6 entró en la cocina.

—¿Cómo va todo por aquí? —entró y me abrazó por la cintura, interrumpiendo mi trabajo—. Supongo que excelente, huele riquísimo.

Él me hizo voltear y me dio un beso.

—Todo va bien, no estamos tan atareados con los platillos, de hecho es una tarde tranquila, con mucha gente, pero tranquila. Creo que una asistente era lo que te hacía falta.

Yo le sonreí porque era cierto, aunque yo de vez en cuando le recordaba a Alfonso las cosas, alguien que estuviera casi detrás de él era lo que le hacía falta.

—Pues sí, creo que lo debí de haber pensado antes.

Diana entró en la cocina y nos interrumpió deliberadamente.

—Perdón chicos, pero Alfonso, tienes una junta en 20 minutos y apenas y alcanzas a llegar.

Diana sabía perfectamente el plan de Alfonso, ella era parte de.

—Cierto, cierto —Alfonso lo dijo como si de verdad se le hubiera olvidado—. Bueno, creo que me tengo que ir, Diana, ¿llevarías a Jess a la casa por favor? No sé si alcanzo a regresar por ella.

—Sí, sí, no hay problema, yo la llevo —yo los miré sarcásticamente.

—Si claro, y yo nada más obedezco ¿no? —dije y sonreí—. Agradezco que te preocupes amor, pero si no puedes regresar yo me voy en taxi.

—No, no señorita, sabe que los taxis de esta ciudad nunca me han gustado, y usted con ese bello bebé dentro, tienen que llegar san y salva a la casa.

Él me abrazó por la cintura.

—Está bien, solo porque tienes buen argumento no digo nada y gracias amiga por llevarme.

—Bueno mujeres, les dejo el restaurante en sus manos, no lo vayan a quemar —las dos nos reímos y yo le di una leve palmada en el hombro—. Solo decía y me voy, que tengo que correr para llegar a mi junta.

Alfonso se retiró, y nosotras nos quedamos hablando para ponernos de acuerdo por cualquier cosa que se ocupara, yo seguí mi trabajo y Diana con él suyo.

—Pensé que ya no llegaba a tiempo.

—Todavía hay mucho tiempo no te preocupes, de hecho esta todo casi listo, solo necesito un poco de ayuda con la comida.

—¿Poco? —le preguntó Alfonso.

—Bueno, mucho, la verdad que yo y la cocina, no nos llevamos.

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora