25.

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Dos largas semanas habían pasado y aunque al principio no quería quedarme en la casa, poco a poco me fui convenciendo de lo contrario. Cada día me sentía más cansada, algunos días me quedaba dormida porque en la noche previa no tenía sueño, Alfonso hacía casi todo y en pocas ocasiones salía del departamento, solo que fuera en caso de emergencia.

Alfonso me tenía en completo cuidado y reposo y para esas fechas ya el doctor nos pidió que en caso de cualquier dolor constante, corriéramos al hospital por cualquier cosa, aunque realmente no me había dado ningún dolor, solo un poco de desesperación de no hacer casi nada.

—¿Todo listo? —le preguntó Alfonso a Diana.

—Todo preparado en la casa para el sábado en la noche —Diana se acercó a él—. También a tus invitados especiales, Jessica no se espera la nueva sorpresa que le tienes preparada.

—Yo solo espero que no se ponga nerviosa o algo y sea perjudicial para el bebé —Diana lo miró negando.

—No pasa de que por la sorpresa rompa fuente antes, y tengamos al pequeño Edgar —Alfonso la vio asustado.

—No, créeme que no quiero que pase eso, todo a su tiempo, eso deseo, tú solo mantenme informado y de verdad gracias por todo en lo que me estás ayudando, no lo hubiera logrado sin ustedes y no hubiera logrado hacer nada sin su ayuda, con esa mujer que sospecha todo lo que hago.

—Jess se hizo muy receptiva contigo, pero créeme que yo también me alegro que no sepa nada si no, Edgar ya estaría desde hace días con nosotros.

Ambos rieron y siguieron trabajando, tenían todavía muchas cosas que terminar para esa semana, quería que la suerte lo favoreciera y el bebé no naciera antes de lo que él estaba planeando.

—Todavía no me acostumbro a estar sin hacer nada —estaba hablando con Silvia, la señora que nos ayudaba en casa, y después de tanta compañía, ya nos comenzábamos a conocer—. Creo que iré a checar la habitación del bebé, para que todo esté listo.

Silvia me escuchaba, aunque era muy sincera y siempre me pedía que me cuidara y que no hiciera esfuerzos, que para eso estaba ella.

—No quiero que cargues nada Jessica, nada que no sea dentro de lo normal.

—Te lo prometo, no quiero que le des la queja a Alfonso.

—Sabes que es por tú bien —ambas nos sonreímos.

—Lo sé, te entiendo y gracias por preocuparse. Cualquier cosa la llamo ¿sí?

Me fui a la planta alta a la habitación del bebé, ya estaba todo listo; entrar en esa habitación, encender la luz, me llenaba de alegría e ilusión, ver todo azulito, la cuna que teníamos de improviso, el ropero, la ropita, la carriola, mecedora... es tan bello, tan inexplicable, me encanta entrar en esa habitación, sentarme en la mecedora, pasearme varias veces y hablar con mi bebé, esos eran mis últimos momentos con él, la mayor cercanía y cuando estaba en ese cuarto, lo disfrutaba.

—¡Alfonso! —le dijo Silvia a él.

—¡Hola Silvia! —miró al rededor—. ¿Y Jess?

—Donde siempre, hoy estuvo tranquila, no hay de qué preocuparse.

—Gracias Silvia —él se le quedó viendo—, mi madre viene detrás de mí, si pudieras atenderla en lo que yo voy por Jess, te lo agradecería.

—Claro Señor, yo me encargo.

Alfonso subió y pasó a la habitación, se quitó, como siempre, su saco, camisa y corbata, se puso una playera y fue a la habitación.

La abrió con cuidado, la luz de la lámpara era tenue, me vio en mecedora dormida y ya no predio la otra luz. Se quiso acercar con mucho cuidado para no despertarme, pero no logró mucho, al final me desperté.

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora