17.

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En los siguientes días, hablamos con Rafa y Diana, los cuales me estaban convenciendo de quedarme completamente con Alfonso, ellos comprarían la casa donde yo estaba viviendo, yo había dado algunos adelantos pero no la había liquidado, ya que esto sucedería una vez se vendiera la casa en Ciudad de México, estaba la posibilidad de hacerlo, ellos no tenían inconveniente dado que antes de haberse venido a la Vallarta habían hecho todo para quedarse definitivo aquí, cosa que no me habían mencionado hasta ese momento, y que Alfonso se calló, y entiendo el porqué.

Esos días, hasta el fin de semana, entre todos, y con el permiso de Alfonso, mudamos algunas cosas mías a su departamento, él me dejó acomodarlo a mi gusto, aunque de verdad quería dejarnos satisfechos a los dos, al final del día parece que lo logré, porque en esos 3 días, hicimos maravillas, habíamos dejado un espacio destinado para el cuarto del bebé, que de verdad en ese momento funcionaba como bodega, porque las fuerzas para armar todo lo que compramos y Alfonso ya había comprado, eran pocas.

Horas antes terminamos haciendo unas pequeñas maletas y comprando boletos de avión que nos llevaran rápido a la ciudad de México, en donde no sabía que iban a pasar tantas cosas.

Después de toda esa semana tan loca, tan ajetreada, me sentía peor de cansada y la pancita la verdad que no me ayudaba mucho, Edgar se movía demasiado y yo me sentía nerviosa, mis amigos y Alfonso lo notaron, así que hicieron todo lo que estuvo en sus manos para que esos días, solo me relajara.

—Si Juan, todo bien, llegamos bien —apenas aterrizamos y Juan ya le estaba hablando a Alfonso para hacer unas cuantas cosas ya que estábamos en la Ciudad de México—. Si, me va muy bien para conocer personalmente el lugar donde pondremos el nuevo restaurante de la cadena. Sí, está bien, hablamos luego, adiós Juan.

—¿Nuevo restaurante? —pregunté sorprendida.

—Si amor, la verdad es que era una de las razones por las cuales decidí acompañarte, ¿me perdonas por no decirte?

—No, no, por mi está bien, es más me alegra demasiado, pero una sola cosa —él me miró—. No te vas a quedar ¿verdad?

—No, solo me haré cargo una que otra vez, vendré si a caso una vez al mes y creo que es mucho, por eso te hablaba de mi hermano y de lo que hace por mí.

—Pero aun así, venir una que otra vez, no es tan malo.

—No señorita, no me insinué nada, yo trabajo allá, y eso será por mucho tiempo.

Abracé a Alfonso sin más, me aterraba la idea de que le dijeran que tenía que venirse, por una u otra forma a lo mejor yo me vendría con él, pero tenía miedo de volver a aquella ciudad, enfrentar a mi familia y la de Edgar, no quería hacerlos a un lado de la crianza de mi bebé, pero ellos fueron los que más se opusieron a nuestra relación, los que siempre decían algo para sentirme mal, Edgar siempre decía que no les iba a negar la posibilidad de conocer a nuestros hijos, pero que no iba a permitir que se metieran en la crianza de ellos.

Alfonso al ver cómo me estaba poniendo, me subió al taxi que nos estaba esperando y le pidió a los chicos que se fueran en otro taxi y nos viéramos en la casa, claro en la que estaba vendiendo.

—Señora Puente, ¿qué le pasa?

—Nada, me puse algo sentimental, volver aquí supongo que fue lo que me puso así.

—¿Por qué lo dices?

—Cuando dijiste de venir alguna que otra vez para checar el restaurante, me puso algo pensativa, tal vez tu vienes solo, o si es que vengo contigo y la familia de Edgar ve que estoy embarazada, van a pedir o exigir derechos con él bebé...

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora