7.

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Alfonso me besaba cuando mi celular comenzó a sonar, no me quería separar, pero no contestarle a Diana sería como decirle indirectamente que algo pasaba.

—¿Cómo está hoy mi mejor amiga?

—Mejor Diana, gracias por preguntar, de hecho estaba por irme a trabajar, ¿no te importa si te marco en un rato?

—No, no, solo quería saludarte y ver que estabas bien, nos vemos en un rato.

Colgué y fui con Alfonso que estaba viendo unas fotos que tenía ahí de Edgar y de mí, le quité una que traía y la voltee hacia abajo.

—Se nota que se amaban.

—Sí, lo amé como nunca pensé amar, pero la vida no quiso que viviera más conmigo.

—Pero nos puso en el camino, con todo y esta tormenta —yo sonreí—. ¿Te pasa algo?

—No, es sólo qué..., pensé en aquel accidente, en todo lo que me ha pasado, ¿por qué él? ¿Por qué justamente la noche que nos enteramos?

—Jess, yo una vez te dije, que a veces las cosas pasan por algo, es normal que nos duela y más a ti, perdiste a la persona que más amabas, pero no estás sola —él me sentó en el sillón, yo crucé las piernas y tomé un cojín.

—Lo sé, y me alegra que estés hoy aquí conmigo, y me da más alegría pensar que esto puede funcionar y que...

Alfonso no me dejó decir más, él sabía que tenía miedos, y que de la noche a la mañana no se me iban a quitar, pero él estaba dispuesto a ayudarme a que se fueran. En esas horas que logramos estar juntos Alfonso me demostró muchas cosas, pero más aún que él estaba sintiendo lo mismo que yo, y eso me daba mucha alegría y esperanzas.

Lo invité a desayunar/comer, le dije que escogiera el menú que yo misma lo haría, y dado que no podíamos salir, armo un menú con lo que tenía en casa. Terminamos comiendo unos omelets pero a petición de Alfonso, con vino tinto, veíamos a través de la ventana la lluvia, parecía que iba bajando, pero ya era también un poco tarde, Alfonso y yo comenzamos hablar de nuestros intereses, nuestros gustos, y hablamos de lo raro de aquel día, a mí se me había ocurrido ir a la playa sin razón aparente y a Alfonso se le había ocurrido salir a recorrer un poco el lugar, y justamente en el mismo tramo de playa, pero más raro aun es que en aquella playa no solían caer tormentas de aquel tipo, a menos que pronosticaran huracanes o ciclones, cosas por el estilo, y que se quitara justo cuando ya estábamos bien y comiendo juntos, algo nos decía que hasta el clima deseaba que estuviéramos esa mañana juntos. Después de hablar y de estar tomando un poco de vino, el celular de Alfonso comenzó a sonar, nada tardío, eran los proveedores, los de las verduras, carne, todo eso, el comenzó a dar instrucciones, lo esperé un poco pero me di cuenta que iba a tardar un poco, le dije que me bañaría y arreglaría rápido, él me asintió y yo fui lo más rápido que pude a bañarme, y cuando salí estaba en la habitación, me logró asustar un poco, pero en cuanto le pedí que saliera para poder cambiarme accedió.

Sabía que tenía que decirme algo, o por lo menos eso supuse para que estuviera en la habitación y no me equivoqué, ya que unos momentos después y a través de la puerta me comenzó a hablar.

—Jess, ¿te importaría acompañarme a algún lugar?

—No, claro que no, digo, tú eres mi jefe, ¿me da permiso de llegar tarde? —lo escuché reír y me dio risa a mí también.

—Claro, pero creo que es parte de, tengo que ir a ver un nuevo proveedor de frutas pero, tengo mis dudas, y creo que sería bueno que me des tu opinión, y bueno, puedes hoy no cocinar y perdernos otro ratito por ahí en un restaurante, ¿qué te parece?

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora