32.

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Salimos de la habitación, Alfonso llevaba mi silla, él me llevaba, mi madre entró por mis cosas y después de un momento nos alcanzó, a Alfonso en la recepción lo detuvieron y le quisieron regresar un cheque con la remuneración de lo que él había pagado, no lo aceptó y en cambio les respondió.

—No, quédenselo y así mejoran la seguridad o lo que haya que mejorar para que esto no le suceda a nadie más, a mí no me importa el dinero, me importa tener a mi hijo de nuevo.

No les dio tiempo a que les respondiera algo, tomó de mi silla y nos fuimos directamente al estacionamiento, ya era demasiado, lo había sido por ese día y ese inepto personal y hospital que hicieron que mi bebé no estuviera conmigo.

En el trayecto nadie dijo nada, supongo que no querían decir nada fuera de lugar, algo que nos doliera o afectara, pero es que no había tema, los planes que teníamos para nuestro futuro incluían a nuestro hijo, la boda, la casa, que volviera o no al trabajo, todo era cuando tuviéramos a nuestro hijo, no cuando no estuviera.

Al llegar, Alfonso me ayudó a bajar, me colocó en la silla y llamó al elevador, todos entraron, excepto los chicos, ellos por petición de Alfonso, tenían asuntos respecto al restaurante que arreglar.

Silvia me ayudó a entrar y acomodarme en el sillón, quería irme directamente a la cama, pero Alfonso me dijo que sería mejor quedarme en la sala, por si Mario hacía contacto con nosotros, para darnos cualquier noticia, cualquiera era mucho mejor que nada.

—¿No crees que sería bueno dormir aunque fuera un poco Amor?

—No sé si pueda, mis nervios están a límite, no sé si me permitan dormir.

—Pero lo necesitas, necesitas fuerzas físicas, aún estás convaleciente.

—Me siento peor mentalmente, pero no puedo apagar mi cabeza o sentimientos a todo lo que está pasando.

—Amor...

Alfonso me miró con ternura, comprensión, amor, nos estaba pasando todo eso en una sola mirada, y justamente nos estaba pasando a nosotros y a él le estaba doliendo demasiado, lo sabía, se le notaba, ese amor que le tenía a Edgarito estaba demostrado en tanta preocupación, en dolor, sufrimiento y sobretodo mucha impotencia de no poder hacer nada al respecto, alguien tenía a nuestro pequeño y no podíamos cambiarlo.


* * * * *

—¿Maite?

—Si Fernando, ¿pasa algo?

—No, solo que tenemos que cambiar de lugar tú despedida y llamaba para avisarte.

—¿Y eso? ¿Pasa algo?

—Sí Maite, no te puedo engañar —Fernando suspiró—. Pasó algo que va a dañar nuestra reputación.

—¿Pero qué pasó Fernando? Habla.

—Alguien, no sabemos con qué intensiones, robo al pequeño que acababas de revisar horas antes, a Edgar Alfonso Cisneros, además se lo llevó directamente de los cuneros, el hospital está en averiguaciones y parte del personal que estaba cuando sucedió esto, está siendo interrogado.

Maite había logrado engañar a todos, incluído el jefe del hospital, y lo que dijo en ese momento era digno de un Oscar por su actuación.

—¿Qué? ¿Cómo pudo eso pasar? ¿Cómo permitieron que pasara Fernando? ¿Cómo crees que esta la familia? Peor que como pueda quedar la reputación del hospital Fernando, no puede ser posible ¿que no tienen seguridad? Si a todos nos checan al entrar y salir ¿cómo es que pudo haber ocurrido algo así?

Un nuevo Amor ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora