37: Inauguración (Almendra)

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El domingo siguiente fue especial. Le habían sacado los yesos a Gustavo y aunque todavía faltaba para el alta, eran pasos importantes hacia la total recuperación; por lo que nos juntamos todos en casa de don Alfonso a celebrar.

Y digo "todos" porque en aquella oportunidad también invitaron a la señora Ely y a mi hermano, con el que había seguido manteniendo un formal contacto.

Los niños, cada vez más encariñados con esa familia, se sentían a gusto allí, y los dueños de casa les celebraban todas sus travesuras, que no eran muchas de todos modos. Los abuelos postizos estaban muy felices de serlo, sobre todo porque pensaron que su hijo no podría ser padre y esos niños, a pesar del poco tiempo de conocerlos y que no eran familia de sangre, eran parte de ellos. Es más, hasta los abuelos, tíos y primos del sur, viajaron a conocer a los niños y también quedaron encantados con ese par de pequeños que tenían tanto amor por dar.

En un momento dado, Lucía pasó corriendo por el lado de Bastián y este la detuvo y la tomó en sus brazos, en volandas. La niña rio por aquel gesto y le dio un beso en la mejilla a su tío.

―Oye, tú, diablilla, ¿ya me olvidaste tan pronto? Me cambiaste por Gustavo y te olvidaste de mí ―le reclamó con mucha ternura.

―Tío, yo te sigo queriendo mucho.

―Sí, pero desde que apareció tu tío Gustavo, todo es con él ahora.

―¿Estás celoso, tío?

―Un poquito.

La niña largó una risotada y lo abrazó con sus pequeños bracitos.

―Tú eres mi tío favorito.

―Ah, ya, yo creí que me habías dejado de querer porque ahora tenías otro tío.

La niña se puso seria y sostuvo su mirada.

―¿Me dejaste de querer?

Ella negó con la cabeza y se quiso bajar. Se fue directo adonde Gustavo. Bastián y yo la seguimos.

―Tío ―le habló.

―Dime, princesa, ¿qué pasó? ¿Y esa carita?

―Si tú me dejas de querer...

―Eso no va a pasar, mi princesa.

―¿Y si dejas de querer a mi mamá?

Gustavo la abrazó y le pidió ayuda con la mirada a Bastián para tomarla en brazos y sentarla en sus piernas.

―Escúchame bien, ustedes, tú y tu hermanito, son muy especiales para mí, si algún día tu mamá y yo no seguimos juntos, yo los seguiré queriendo y seguiré cuidándolos y preocupándome de ustedes.

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