Observé con atención las miradas indiscretas de Zac hacia Mackenzie, intentando ocultar una risa cuando esta simplemente apartaba la mirada de él avergonzada. Sabía que había algo más ahí, pues no olvido los comentarios coquetos de Zac de hace unos días, aunque eso es normal en él, al menos con las mujeres que le llaman la atención. Me recosté en el sofá, pasando mi brazo por los hombros de Cristal y atrayéndola hacía mí, sin perderme el espectáculo de esos dos.
—Siempre creí que Zac era más de otro tipo de mujeres —susurró mi madre, tomando asiento a mi derecha.—¿Inteligente, seductora, una loca por la historia y amante del arte? —preguntó Cristal.
—Si, alguien como...
—Mackenzie —las interrumpí, riendo en voz baja—. Se graduó de la universidad en casi cuatro años, hizo un año en medicina que finalmente decidió dejar por un maestro imbécil que intentó aprovecharse de ella, tiene memoria fotográfica y sabe más de Leonardo Da Vinci que el mismo hombre. Puede contarte información de la segunda guerra con lujos de detalles y... —miré a Cristal, sonriendo avergonzado— creo que sabe artes marciales.
—¿Por qué sonríes así?
—He comprobado su habilidad para separar sus piernas.
Recibí dos golpes en el estómago, uno de parte de mi novia y otro de mi madre, pero ambas se quedaron pensativas después, mirando a Zac acercarse a Mackenzie con un plato de lasaña y sonriéndole con vergüenza.
—¿Me estás diciendo que Mackenzie es una especie de Zac, pero en femenino? —preguntó en un susurro.
—Bueno, tenía que buscar en Google todo lo que me decía cuando ella iba al baño, casi igual que hago con Zac —admití, sin sentirme avergonzado de que nunca entendía la mitad de nuestras conversaciones—, asique sí.
Los tres nos quedamos en silencio cuando Mackenzie rio ante un comentario de Zac, para luego él reír ante su respuesta. Ian pasó al lado de ellos, mirándolos confundidos y se acercó a nosotros, señalándolos.
—¿Por qué se están riendo por un tal Napoleón? ¿Es por la marca de dulce?
Me encogí de hombros, sonriendo por la idea de ver a Mackenzie finalmente riendo con alguien que entiende sus chistes y viceversa, porque Zac parece un maldito extraterrestre a la par de nuestros pequeños y normales cerebros.
Y si ellos están felices juntos, ¡Cristal ya no estará celosa y no pasará pensando que todavía amo a Mackenzie! Zac, más te vale que no arruines esa posible relación. Maldición, podría hasta mandarme hacer una camiseta que diga "#Zackenzieforever".
—¿Alguna vez habían visto una pareja mas ardiente que ellos dos? —preguntó Marcus, admirando a la nueva parejita con ojos brillantes—. Dios mío, creo que haré un club de fans para ellos.
—Me uno —dijimos todos al unísono.
Mamá quiso invitar a Mackenzie a comer porque dice que no hay nadie mejor que ella para descubrir la verdadera forma de las personas, pero parece que solo hemos descubierto la verdad de Zac: un cerebrito que está babeando por otro cerebrito ardiente. Lo siento por Cristal por pensar que Mackenzie es ardiente, pero es que eso es algo que nadie puede negarlo.
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Hamilton Playboy |Serie Hamilton| #2.7 (TERMINADA)
Roman d'amourUna apuesta, llevándonos a sufrir las consecuencias de no medir las palabras estando enfurecidos, lastimándonos, terminando lo poco que habíamos conseguido. Para Gregg Hamilton, enamorarse era clavarse otra espina en el corazón. ¿Para mí? Enamorar...