Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)

Capitulo 7. Destiny se enoja {Parte 1}

En este libro, Harry tiene una actitud de perros, y seamos honestos, Destiny es bastante susceptible cuando alguien le agrede o cuando no, por lo que no sera la primera vez que Destiny se moleste.

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Creo que me han engañado, porque llevo mas de un mes, sin hacer nada, lo único productivo que hago es... entrenar con Miklaus, que solo habla de control y precisión, luego tengo que mantener un ojo sobre Harry, con mi transformación de águila o lobunezca, pero todo era tan aburrido, como observar al azabache intentar escuchar las insulsas y aburridas noticias.

Estas eran producidas por una caja con imágenes, creo que se le llama televisión o eso decía la maestra de Estudios Muggles.

Es una tarde cualquiera, con mucho calor en Privet Drive, y no tenían ningún lugar con agua, para siquiera rociarme las alas con ellas, tampoco estaba mi acostumbrada compañía, Hedwig andaba enviando cartas a Hermione, Ron y muy probablemente alguna de esas cartas era para mí, que no podría responder muy enseguida.

Observando como pasaban las noticias en ese novedoso aparato, llego a la parte de un periquito que hacía surf, y mi buen amigo se preparaba a salir gateando de su refugio bajo la ventana.

Se había movido unos cuantos centímetros cuando varias cosas sucedieron en un abrir y cerrar de ojos.

Una fuerte detonación, parecida al ruido de una aparición, rompió el perezoso silencio; un gato salió disparado de debajo de un coche aparcado y desapareció; del salón de los Dursley llegaron un chillido, un juramento y el ruido de porcelana rota, el delgado muchacho, se puso en pie de un brinco al mismo tiempo que sacaba de la cintura de sus vaqueros una delgada varita mágica de madera, como si desenvainara una espada; pero antes de que pudiera enderezarse del todo, su coronilla chocó contra la ventana abierta de la casa de sus tíos. El ruido de la colisión hizo que tía Petunia gritara aún más fuerte.

Contuve una risa, mas bien un gorgoteo o como sea que se ríe un pájaro. Cuando me detuve de reírme aquel grande espantoso y horrible hombre, colocaba sus grandes manos en el cuello de Harry, lo cual me hizo enfurecerme, estaba lista para ir y picotearlo.

—¡Guarda eso! —le gruñó tío Vernon al oído—. ¡Inmediatamente! ¡Antes de que alguien lo vea!

—¡Suél-ta-me! —exclamó Harry con voz entrecortada.

Forcejearon durante unos segundos; Harry tiraba de los dedos como salchichas de su tío con la mano izquierda, mientras con la derecha mantenía con firmeza su varita mágica en alto; su tío dio un grito y lo soltó, como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Al parecer una fuerza invisible había invadido a su sobrino y le había impedido sujetarlo.

Jadeando, Harry cayó hacia delante sobre la mata de hortensias, se enderezó y miró alrededor. No había ni rastro de lo que había causado la detonación, pero en cambio unas cuantas caras miraban desde varias ventanas cercanas. Harry se guardó apresuradamente la varita en los vaqueros e intentó adoptar una expresión inocente.

—¡Qué noche tan agradable! —gritó tío Vernon, saludando con la mano a la señora del número siete, la vecina de enfrente, que lo fulminaba con la mirada desde detrás de sus visillos—. ¿Ha oído cómo ha petardeado ese coche? ¡Petunia y yo nos hemos dado un susto de muerte!

Siguió manteniendo su espantosa sonrisa de maníaco hasta que los vecinos curiosos hubieron desaparecido de sus respectivas ventanas; entonces la sonrisa del hombre se convirtió en una mueca de ira y le hizo señas a Harry para que se acercara.

Harry dio unos pasos hacia donde estaba su tío, procurando detenerse fuera del alcance de sus manos para que no pudiera seguir estrangulándolo.

—Pero ¿qué demonios te propones con eso, chico? —preguntó tío Vernon con una voz ronca que temblaba de rabia.