La euforia que embargaba a Ron por haber contribuido a que Gryffindor ganara la Copa de quidditch era tal que al día siguiente no conseguía concentrarse en nada. Lo único que le apetecía era hablar sobre el partido, Destiny se sentía aliviada de que solo hablase de sus paradas, porque se sentía tan desdichada con todo lo del beso de Ian, luego Fred y...
¿Qué iba a hacer?
Ella sabia que no podía estar con nadie en una relación, se habia resignado a poder lograr algo con Harry, gracias a su lado oscuro.
Como de nuevo hacía un día templado y despejado, fueron a repasar con ellos bajo el haya que había junto a la orilla del lago, esparcieron sus libros bajo la sombra del haya y se sentaron en la hierba mientras Ron les describía su primera parada del partido por enésima vez.
—Bueno, veréis, Mullet ya me había marcado un tanto, así que no estaba muy seguro de mí mismo, pero no sé, cuando Bradley vino hacia mí, como salido de la nada, pensé: «¡Tú puedes hacerlo!» Y tuve un segundo para decidir hacia qué lado me lanzaba, porque parecía que Bradley apuntaba hacia el aro de gol de la derecha, mi derecha, es decir, su izquierda, pero de pronto tuve la corazonada de que sólo estaba haciendo una finta, así que me arriesgué y me lancé hacia la izquierda, es decir, hacia su derecha, y... Bueno, ya visteis lo que pasó —concluyó con modestia, y aunque no hacía ninguna falta se echó el pelo hacia atrás para que pareciera que se lo había alborotado el viento. Miró alrededor para ver si la gente que tenían más cerca (un grupito de cuchicheantes alumnos de tercero de Hufflepuff) lo habían oído—. Y cinco minutos más tarde, cuando Davies se me acercó... ¿Qué pasa? —preguntó Ron, que se había interrumpido a media frase al ver la expresión del rostro de Harry—. ¿De qué te ríes?
—No me río —se apresuró a contestar su amigo, y bajó la vista hacia sus apuntes de Transformaciones al tiempo que intentaba borrar la sonrisa de sus labios. La verdad era que Harry acababa de recordar a otro jugador de quidditch de Gryffindor que un día también se alborotó el cabello, sentado bajo aquella misma haya—. Es que estoy contento de que hayamos ganado.
—Sí —afirmó Ron lentamente saboreando sus palabras—, hemos ganado. ¿Te fijaste en la cara de Destiny un Amago de Wronsky a la perfección? Chang se estrello contra el suelo —reía Ron, aunque Destiny podría haberse reído y regodeado junto contra el pelirrojo, pero carecía de esas ganas—. ¿Vieron cuando vio que Des atrapó la snitch?
—Seguro que se puso a llorar —comentó Harry con amargura.
—Sí, pero más de rabia que de otra cosa... —Ron frunció levemente el entrecejo—. Pero ¿viste cómo tiraba la escoba cuando llegó al suelo?
—Pues... —balbuceó Harry.
—Mira, Ron, la verdad es que no, no lo vimos —confesó Hermione tras suspirar profundamente. Dejó el libro que tenía en las manos y miró a Ron como si se disculpara—. De hecho, lo único que Harry y yo vimos del partido fue el primer gol de Eliot.
En ese momento, el pelo de Ron, cuidadosamente desordenado, pareció ponerse mustio de la desilusión.
—¿No visteis el partido? —preguntó débilmente mirando primero al uno y luego a la otra—. ¿No visteis ninguno de mis paradones?
—Pues... no —repuso Hermione, y extendió una mano hacia él en un gesto apaciguador—. Nosotros no nos habríamos ido por nada del mundo, Ron, pero no tuvimos más remedio.
—¿Qué? —preguntó Destiny ofendida—. Prometiste que estarías apoyándome —volteo a ver a Harry desilusionada.
—Lo sé, Des, pero fue Hagrid —intentaba apaciguar su falta de compromiso—. Decidió contarnos por qué va cubierto de heridas desde que regresó de su misión con los gigantes. Quería que lo acompañáramos al bosque; no teníamos elección, ya sabes cómo se pone de pesado. Pues bien...
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Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)
FantasyDestiny ha cambiado, desde psicológica, hasta físicamente, los sucesos ocurrido el curso pasado, dejaron marca permanente en la chica, su habilidad de predicir el futuro se volvio una maldicion. Nuestra protagonista ha pasado un verano entre el Qui...