Capitulo 10. Los Gritos de Harry.

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Moody le arrebató a Harry el trozo de pergamino y me lo paso a mí, le mire con desconcierto. 

—Haz lo que mejor sabes hacer, Destiny —le miré con recelo, quemando el papel con mis manos, haciéndole cenizas en cuestión de segundos, las cuales sacudí rápidamente de mi mano.

—Pero ¿dónde está...?

—Piensa en lo que acabas de memorizar —le recordó Lupin con serenidad.

—Vamos, deprisa —gruñó Moody, empujando a Harry por la espalda.

El chico subió los desgastados escalones. La pintura negra estaba estropeada y arañada, y la aldaba de plata tenía forma de serpiente retorcida. No había cerradura ni buzón.

Lupin sacó su varita y dio un golpe con ella en la puerta. La puerta se abrió con un chirrido.

—Entra, Harry, rápido —le susurró Lupin—, pero no te alejes demasiado y no toques nada.

Cruzamos el umbral y la casi total oscuridad del vestíbulo. Olía a humedad, a polvo y a algo podrido y dulzón; creo que nuestras limpiezas diarias, todavía no dan sus frutos. Miré hacia atrás, donde Harry miraba el resto, que entraban en fila, y cuando me volteaba a ver a mí, evadí la mirada. Moody entró renqueando en la casa y cerró la puerta, y la oscuridad del vestíbulo volvió a ser total.

—Por aquí...

Le dio unos golpecitos en la cabeza a Harry con la varita; el encantamiento desilusionador había terminado. Me hubiera gustado que se quedase así.

—Ahora quédense todos quietos mientras pongo un poco de luz aquí dentro —susurró Moody.

Unas anticuadas lámparas de gas se encendieron en las paredes y proyectaron una luz, débil y parpadeante, sobre el despegado papel pintado y sobre la raída alfombra del largo y lúgubre vestíbulo. Checaba mi reloj mientras avanzaba, haciéndome a la idea de que no entrenaría hoy, tal vez seria mañana que compense esas horas.

La señora Weasley, entró por una puerta que había al fondo del vestíbulo. Corrió a recibirnos con una sonrisa radiante.

—¡Oh, Harry, cuánto me alegro de verte! —susurró, y lo estrujó con un fuerte abrazo; luego se separó un poco de él y lo examinó con ojo crítico—. Estás paliducho; necesitas engordar un poco, pero me temo que tendrás que esperar hasta la hora de la cena. —Luego, dirigiéndose al grupo de magos que Harry tenía detrás, la señora Weasley volvió a susurrar con tono apremiante—: Acaba de llegar. La reunión ya ha comenzado.

Los magos emitieron ruiditos de interés y de expectación y empezaron a desfilar hacia la puerta por la que la señora Weasley acababa de aparecer. Estaba subiendo la escaleras, pero Harry no me siguió, este seguía Lupin, pero la señora Weasley lo retuvo.

—No, Harry, la reunión es sólo para miembros de la Orden. Ron y Hermione están arriba; puedes esperar con ellos hasta que se acabe. Luego cenaremos. Y habla en voz baja en el vestíbulo —añadió con un susurro apremiante.

—¿Por qué?

—No quiero que se despierte nada.

—¿Qué es lo que...?

—Ya te lo explicaré más tarde, ahora debo darme prisa. Tengo que asistir a la reunión, Destiny, enséñale donde va a dormir —me pide, asiento.  

Subíamos las escaleras.

—Destiny, ¿por qué...? —me lleve un dedo a mis labios, fijándome en las cortinas, por si la madre de Sirius se le ocurriría despertar.

Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora